PALABRA DE ESPECIALISTA
Persisten las voces que hablan de irregularidades en las elecciones venezolanas, especialmente habiendo sido tan pobre el cierre de campaña del chavismo y existiendo encuestas independientes que auguraban un empate, incluso algunas con una pequeña diferencia a favor de Capriles.
En las elecciones legislativas de 2010 la oposición demostró que estaba igualada con el Gobierno. La alianza opositora, Mesa de Unidad Democrática (MUD) obtuvo 5.320.364 votos (47,22%). El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y su aliado el Partido Comunista de Venezuela (PCV), obtuvieron 5.423.324 votos (48,13%)
Hubo una diferencia a favor del gobierno de sólo 102.960 votos, menos del 1% del total de los votos válidos. Independientemente de que Capriles aceptó la derrota, sus partidarios no pueden creer los resultados.
La oposición desplegó unos 117.000 testigos para vigilar las 39.500 mesas de votación, otros 16.000 para supervisar las filas y 80.000 más afuera de las instituciones habilitadas para votar. Dicen que de acuerdo a sus datos venían ganando por un 56% y no pueden creer que en sólo una hora se revirtiera totalmente el resultado. Muchos testigos dicen por Twitter que en sus centros de votación había ganado Capriles, aún no habían enviado los resultados de las mesas al Consejo Electoral y este ya estaba dando los resultados. Creen que después que Chávez sacó los tanques a la calle Capriles aceptó el fraude, para evitar enfrentamientos.
No nos deben extrañar las sospechas. Se habló mucho de posible fraude antes de la elección. De fanáticos violentos que enrarecieron sistemáticamente la elección y prometieron una guerra civil en caso de perder se puede esperar cualquier cosa. Incluso, partidarios de Chávez balearon a simpatizantes de Capriles. La empresa que manejó el cómputo es Indra, la sospechada de siempre. Hubo denuncias de máquinas cargadas previamente a la elección con más de 1.000 votos. También, de que las máquinas se pueden hackear y operar en forma remota. Solamente el 50% de las máquinas se auditan al culminar el proceso electoral.
El comando electoral dijo que había votado el 80,94% del padrón. Eso son 17.000.226 votos. Pero la suma total de los votos a los diferentes candidatos fue 14.008.232. Faltan 2.991.994 votos. ¿Dónde están?
De ser ciertos los resultados de esta elección dados por el CNE Capriles obtuvo al menos 6.150.544 votos, faltando escrutar el 10% Llama mucho la atención que haya obtenido sólo 830.180 votos más que en 2010 (un 15% más) a pesar de que los opositores perdieron el miedo de mostrarse en los barrios pobres, la enorme movilización que lograron y la ente notable disminución de la abstención electoral. Llama mucho la atención que sólo hayan ganado en 3 estados y perdido en 21, incluyendo Carabobo o Zulia, donde se daba por segura la victoria de Capriles. Incluso en Zulia lo apoyaron 4000 militantes del PSUV que renunciaron "a este nefasto modelo castro-comunista" formando el Movimiento de electores libres.
A su vez, aparecen las denuncias previas efectuadas por Carlos Julio Peñaloza, ingeniero de comunicaciones, fundador del Departamento de Informática del Ejército de Venezuela.
Como Comandante General del Ejército, Peñaloza introdujo la “guerra electrónica” y sostiene que los electores venezolanos han sido sistemáticamente engañados con la versión de que la votación electrónica imposibilita el fraude. Muy al contrario, las máquinas de votación lo facilitan y en Venezuela hay acumulación de indicios según los cuales existiría aquí una estructura que causalmente es la que se monta cuando un fraude se quiere ejecutar. Ignorarlo es ir directo al matadero.
“Al Comando Venezuela (Capriles) corresponde exigir que se establezca un sistema de inspecciones que dificulte el fraude en las elecciones del 7 de octubre. Actualmente las condiciones son las más favorables para que ese fraude se cometa, y las características del régimen permiten suponer que no tendrá escrúpulos en perpetrarlo”, asegura Peñaloza. Luego, analiza los defectos del sistema de votación venezolano (tener en cuenta que lo hizo antes de las elecciones de ayer):
La vulnerabilidad de la votación con máquinas electrónicas es tan alta que requiere una severa inspección por parte de los candidatos, especialmente de la Oposición. En Venezuela, lejos de permitirse inspecciones, se llega normalmente a prohibir el acceso de representantes de la Oposición a los momentos culminantes del escrutinio.
A estas alturas, para todo el mundo debería estar claro que la transparencia del voto electrónico es un espejismo. No en vano un experto como Bill Gates, el fundador de Microsoft, dijo que para lo último que se debe utilizar informática es para unas elecciones. El problema venezolano es que ya la usamos y tenemos que vivir con ella.
El gobierno nos obliga a usar maquinas
La idea de utilizar maquinas de votación para automatizar el voto en Venezuela data de las elecciones de 1998. Las máquinas fueron usadas en calidad de prueba. Ya en el poder, el presidente Chávez ordenó al CNE adquirir un nuevo sistema de votación electrónica que incluye una herramienta biométrica de autenticación del votante denominada SAI, conocida como capta huellas. El SAI permite certificar la identidad del elector frente a la máquina de votación. Al mismo tiempo, Chávez dictó leyes que nos obligan a utilizar esas máquinas.
Así que los venezolanos estamos obligados por la ley a votar usando las vulnerables máquinas de Smartmatic, las cuales ofrecen amplias posibilidades para el fraude. Estas posibilidades se pueden minimizar mediante inspecciones y cambios en el sistema. Si la Oposición hace estos requerimientos y el Gobierno los ignora, Chávez estará demostrando que abriga una intención fraudulenta.
Las elecciones, computarizadas o no, tienden a ser opacas, especialmente en casos de gobiernos autoritarios que intentan perpetuarse. El dictador Marcos Pérez Jiménez ejecutó en 1952 un burdo fraude que fue aceptado por una sociedad que no estaba organizada para defender sus derechos. En las siguientes elecciones, 1957, inventó un plebiscito que también ganó con trampa. Sólo que para entonces ya había una resistencia cívico militar andando. La reacción fue contundente. El 23 de enero de 1958, el dictador huyó.
Es evidente que Chávez se quiere perpetuar y que no vacilará en permitir que los cubanos y sus agentes criollos hagan cualquier patraña para quedarse en el poder. La diferencia con las últimas “elecciones” de Pérez Jiménez (1957), es que ahora usamos unas máquinas de votación que nos han presentado como garantía de un voto inmaculado. Pero es sabido por los expertos que las máquinas de votación por si solas no garantizan pulcritud alguna. Son las inspecciones y auditorias las que permiten descorrer algo el velo que las cubre.
Un sistema vulnerable
La tarea de las máquinas es agilizar el conteo de los votos permitiendo conocer los resultados rápidamente. Pero no hay garantía de que ese conteo no sea alterado. El sistema en sí no es tramposo pero quienes lo diseñan y operan sí pueden serlo. Tras esa fachada de modernización y pureza se esconde una realidad escalofriante. La informática es un mecanismo ideal para cometer un fraude electoral sin dejar rastros. De tomarse medidas adecuadas el fraude electrónico no tiene que ser necesariamente un crimen perfecto.
Para disminuir la amplia posibilidad de fraude que ofrece la electrónica, una de las condiciones es la inspección externa. Severos controles son necesarios para compensar la natural proclividad de cualquier sistema de voto electrónico, en todos los cuales las vagabunderías son muy difíciles de detectar. El caso venezolano se complica por la presencia, que no puede ser bienintencionada, de expertos cubanos en la operación de estos sistemas.
Todo sistema electrónico electoral requiere continuas auditorías para siquiera minimizar el fraude que es latente. Y los métodos anteriormente usados no siempre sirven. Los ladrones de votos virtuales continuamente desarrollan nuevas formas de trampa. En esta área gracias al dinero en manos del gobierno es posible contratar los mejores cerebros y la creatividad es enorme.
En una votación automatizada los electores ingresan sus votos, el sistema los procesa y los totaliza haciendo una sumatoria electrónica que produce un resultado final. En democracias desarrolladas, este resultado debe ser aprobado por una auditoria pública hecha de manera continua antes, durante y después del voto. Solo luego de haberse resuelto los reclamos surgidos de esta auditoría se puede proceder a aceptar el resultado final producido por las máquinas. Si el sistema está bien diseñado y es manejado sin sesgo por personas rectas y honestas, los resultados deben ser limpios. Este no es el caso de Venezuela. Entre nosotros el sesgo en el CNE es tal que incluso ese organismo supuestamente imparcial se ha negado en el pasado a dar información sobre resultados o a permitir auditorias que pudieran revelar la existencia de fraude. Estas negativas son violaciones a los DDHH, procesables ante la Corte Internacional de Derechos Humanos en Costa Rica.
La auditoría del sistema computarizado y su red de comunicaciones es una función que debe ser ejecutada por personas independientes de la operación, pero en presencia de las partes interesadas. Esta es la única garantía para dar fe de la honestidad del proceso. En el caso de Venezuela esta auditoría debe ser ejecutada por un grupo de técnicos y especialistas donde haya por lo menos un 50% de opositores al Gobierno, todos escogidos por el Comando Venezuela. Los auditores deben tener carta blanca para inspeccionar los procedimientos, locales, máquinas y equipos de transmisión, redes electrónicas, salas de totalización, etc. Los funcionarios del CNE no podrán negarse a ninguna solicitud de los auditores de la Oposición. Sería ideal que observadores extranjeros pudieran conocer los reclamos. Si una auditoria con estas características no se autoriza, el Gobierno estaría admitiendo públicamente el propósito de cometer fraude.
El caso de Venezuela se complica porque es conocida la existencia de salas de totalización secretas que no son controladas por el CNE. Estos centros de totalización reciben a través de CANTV los datos de las mesas electorales y los procesan en forma clandestina. Dado el secretismo de esta operación encubierta es de suponer que su objetivo no es ortodoxo. Las autoridades electorales hasta ahora no han actuado contra esos centros ilegales pese a que la “notitia criminis” de su operación se ha planteado a través de los medios de comunicación social. Significativamente, la Fiscal General no ha actuado de oficio, la Asamblea Nacional ha ignorado las denuncias y el Tribunal Supremo de Justicia ha adoptado la actitud de los tres monos sabios. Todos están a la espera de instrucciones de arriba.
En este momento, pocas personas fuera del CNE conocen exactamente el funcionamiento de cada componente del sistema electoral automatizado. Aparte de un grupo minúsculo de expertos y jefes escogidos cuidadosamente por el Gobierno, más nadie sabe con certeza cómo se manejaron y cómo se manejarán los votos. El Comando Venezuela cuenta con un grupo de técnicos que han sido convencidos que es mejor callar y no denunciar el fraude para no desmoralizar a los votantes. Esta posición entreguista es equivocada. Si no exigimos con carácter una auditoría completa del sistema informático el gobierno simplemente nos ignorará olímpicamente mientras se ríen de nuestra gafedad. Esa ha sido siempre la política de Chávez y seguramente la piensa usar de nuevo.
Maquinas bidireccionales
Las máquinas de votación son computadores personales controlados a remoto por una estación maestra. Expertos calificados conocedores del sistema afirman que esta posición de comando estaba antes en la Universidad Bolivariana en manos de un alto oficial del G2 cubano. En el futuro y gracias al cable submarino, esta posición clave pudiera estar en La Habana –no hay obstáculo para ello. Estas actividades no tienen que ser conocidas por las autoridades del CNE. Por ello los rectores del organismo electoral han sostenido que durante el proceso de votación las máquinas de Smartmatic no están conectadas a los terminales de transmisión de datos. Esto es cierto, pero lo que no dicen o no saben es que esos equipos tienen un sistema inalámbrico que permite controlarlos a distancia sin necesidad de un cable.
La supuesta unidireccionalidad de las maquinas Smartmatic es otra fábula. Cada uno de estos computadores funciona con el protocolo de comunicaciones remoto virtual (VPN), y por lo tanto las máquinas son bidireccionales. Negarlo significa una falta de conocimiento de comunicaciones y/o una estúpida intención de ocultamiento. A estos equipos se puede acceder por medio de los VPN y por lo tanto están habilitados para recibir y cumplir instrucciones remotas desde una posición central. Este tipo de red de computadores utiliza un protocolo de comunicaciones denominado “master-slave”, en el cual un equipo central maestro denominado “master” controla varios equipos periféricos llamados “slaves” (esclavos) mediante un navegador de Internet. Este hecho ha permanecido oculto porque el contrato de compra a Smarmatic que contiene las especificaciones de los equipos se ha mantenido igualmente en secreto. Este ocultamiento ha permitido creer que las maquinas son unidireccionales y que por lo tanto no pueden ser controladas desde alguno de los centros de totalización o de alguna sala situacional. Para las elecciones del 7-O esta previsto seguramente que la estacion maestra (master) este en una sala situacional en La Habana. La Oposición no debe seguir tragandose este engaño mientras el gobierno no permite revisar por dentro su caja negra electora.
Las máquinas de Smartmatic cuentan con transmisores receptores inalámbricos miniaturizados, disimulados dentro de sus circuitos. Esto equipos trabajan en la gama de frecuencias UHF y se conectan a Internet mediante el protocolo VPN encriptado. La señal transmitida es indetectable a menos que se usen sofisticados y costosos equipos de rastreo de radio-enlaces, que en todos los países están en poder de los cuerpos de seguridad del Estado o unidades de guerra electrónica de las Fuerzas Armadas. Su tamaño físico es minúsculo y solo un técnico especializado puede detectarlos dentro de las máquinas. Este sistema de transmisión inalámbrico VPN encriptado constituye la autopista por donde puede fluir la información encriptada enviada a centros ilegales de totalización.
En el momento en que se transmite la data desde los centros electorales, las autoridades de las mesas asumen que la están enviando únicamente a la sala de totalización del CNE, pero en realidad dado el monopolio de la CANTV la misma información se puede enviar simultáneamente a otros centros secretos de totalización no controlados por ese organismo, sin que lo sepan los remitentes ni el CNE. El Comando Venezuela (Capriles) no tendrá acceso a las claves o llaves electrónicas necesarias para poner la información en lenguaje inteligible. El día de las elecciones, el CNE se mantendrá a la espera de la data que debería enviársele directamente de las mesas, pero que en realidad pudiera llegarle desde un centro de totalización secreto donde cualquier cosa puede ocurrir. La Oposición solo tendrá las llaves electrónicas que resguardan el secreto del voto, no las claves que protegen la información de los resultados de cada máquina que deben ser descifrados antes de introducirlos al computador central para efectos de totalización.
La ruta del fraude
En las elecciones realizadas hasta ahora bajo el gobierno del presidente Chávez, al cierre de las mesas el CNE no ha permitido el acceso de representantes de la Oposición a la sala de totalización oficial en la Torre Teleport. Es legítimo suponer que esta insólita prohibición de acceso obedece a la necesidad de ocultar irregularidades, como sería el retraso en la llegada de los datos porque estos se han detenido en algún punto intermedio, donde pudieran ser manipulados. La oposición ha protestado, pero el gobierno ha ignorado este requerimiento.
Las mesas no auditadas
Pasemos a considerar otro cuadro anómalo. Es normal es que, terminada la votación en las mesas, éstas se cierren y las máquinas impriman el acta de escrutinio electrónico y trasmitan automáticamente los resultados al CNE. Hecho esto se procede a sortear en cada centro electoral las mesas que van a ser auditadas –conteo directo de los votos. Esto se hará mediante un sistema sencillo pero práctico, colocando en un recipiente papelitos con los números de las mesas, los cuales serán sacados al azar por uno de los testigos. Esta información es enviada al CNE, pero hay razones para pensar que también puede ser recibida en otros lugares para darle un uso no muy santo. Veamos cómo.
Se ha mantenido la ficción de la supuesta unidireccionalidad de transmisión de las máquinas, aduciendo que solo se pueden utilizar para enviar al CNE los resultados de cada mesa. Esta explicación es falsa y engañosa, porque ya he dicho que el protocolo VPN hace bidireccional a la máquina. Las máquinas de votación son “esclavas” de una máquina “maestra” que las puede controlar a remoto desde un centro de totalización que no es la Torre Teleport.
Hecha la transmisión, en los centros de votación cada máquina produce un acta de escrutinio electrónica, la cual es enviada a las salas de totalización. (Hecho este envío, en el centro de votación se procede al conteo manual ante testigos de las mesas que van a ser auditadas. El resultado será dado como satisfactorio si al terminar el conteo manual resulta que los votos depositados más los votos nulos, suman igual al número de votantes. Hecha la auditoria se preparan las actas y se envían al CNE). Aunque para muchos este proceso manual hecho ante testigos garantiza la pureza del voto, esto no es así. Malignos expertos de informática realizan posteriormente actos de “brujería electrónica” en la verdadera sala de totalización, que no es la del CNE.
Al llegar los datos a la sala de totalización del CNE, este organismo no procede de inmediato a sumar automáticamente los votos en tiempo real a medida que van llegando, como se hace en otros países. Por razones no explicadas, en Venezuela, luego de la transmisión electrónica, que solo tarda unos segundos, se inicia una larga espera en Torre Teleport, centro legal de computación del CNE. Esta extraña e inexplicable demora, sugiere que durante ese lapso de espera se realiza alguna manipulación de los resultados.
Durante varias horas, en el centro de computación del CNE donde hasta ahora no han dado cabida a la oposición, los operadores, a quienes se prohíbe llevar teléfonos celulares o laptops, saben que la acción se iniciará sólo cuando se reciba la información que por alguna razón quedó atascada en alguna parte. Es aquí donde surgen las imágenes, ciertas o falsas, de salas de totalización secretas en la Universidad Bolivariana y La Habana. Versiones basadas en la existencia de esos centros ilegales de totalización sostienen que allí la información emitida en los centros de votación se va contabilizando en tiempo real, apenas se produce. Cuando se tiene un 40% de votos escrutados ya se sabe cuáles mesas van a ser auditadas. En ese momento las mesas no auditadas empiezan a ser monitoreadas no en el CNE, sino en las salas de totalización secretas.
En ese momento los computadores de esos centros ilegales proceden automáticamente a proyectar cuáles de las mesas que no van a ser auditadas tienen el mayor número de abstenciones, pues el número de votantes en estas mesas se totaliza en tiempo real. Estos resultados dan al jefe de la sala ilícita una idea estimada del total de abstenciones en estas mesas. Versiones de conocedores sostienen que en base a esa información el Gobierno pocas horas antes del cierre de las mesas pone en marcha su plan de movilización para obligar a votar a los militantes que aun no lo han hecho. Esta versión explicaría el flujo mayor de votos oficialistas que se produce al final de cada día de elecciones para ocultar la entrada furtiva de votos virtuales ficticios.
El procedimiento sería que si el candidato del Gobierno va adelante cómodamente, no se hace nada. Pero si la brecha es pequeña y especialmente si va ganando el candidato opositor, se determina la cifra de votos virtuales necesaria que debe agregarse a las mesas no auditadas en reemplazo de los votantes que no asistieron a depositar su voto. Este cálculo es hecho automáticamente porque los computadores de la sala de totalización secreta tienen la información de cuantas abstenciones hubo en cada mesa.
El REP inflado
Los votos virtuales provienen de un REP que se ha denunciado como inflado, sin que las autoridades se hayan dado por enteradas de algo que ya todo el mundo conoce. En Venezuela, los expertos observan que ese registro de electores ha crecido 4 veces más rápido que la población. El exceso anormal de crecimiento es cercano a los 4 millones de votos. Llama la atención que sea precisamente esa la cifra que el presidente Chávez y altos jerarcas del PSUV alardean que le van a “meter por el buche” a los escuálidos el 7-O.
Al llegar al 80% de los votos escrutados la tendencia es irreversible. Expertos cercanos al proceso dicen que es entonces cuando la información reajustada se trasmite al centro oficial de computación –en Venezuela, la Torre Teleport. De inmediato, este centro oficial entra luego de una espera de varias horas a preparar los reportes que van a ser emitidos por el CNE. Pocos minutos después el CNE emite su primer reporte electoral. En Venezuela, el proceso entre el cierre de las mesas de votación y la llegada de los resultados a la Torre Teleport toma entre tres y cuatro horas. Ese tiempo coincide con el requerido para “masajear” la data y hacer los ajustes requeridos para un determinado resultado, lo cual no quiere decir que sea exactamente eso lo que pasa en Venezuela. Simplemente, es una alta posibilidad de que se perpetre un delito semejante que sería sumamente grave. Este acto de ejecutarse sería una traidora puñalada fatal a la Constitución. La gravedad del hecho es tal que de comprobarse podría hasta conducir a una guerra civil. Para evitar estos hecho es necesario que la Oposición exija participar en una profunda investigación previa del sistema y obligue a que los datos totalizados se produzcan ante su presencia, en tiempo real, y se presenten de inmediato al pais a partir del momento en que empiezan a trasmitirse desde los centros electorales.
De hecho estoy presentando una denuncia pública sobre presuntos hechos delictuosos ya cometidos y por ejecutarse en la totalización nacional de los votos emitidos en elecciones venezolanas, sin que pueda precisar quiénes serían los delincuentes. El propósito de la denuncia es solicitar a las autoridades responsables.
Redacción de TDPFUENTE :http://www.periodicotribuna.com.ar/12754-venezuela-numeros-que-no-cierran-y-maquinas-poco-confiables.html