Gobernar es fijar prioridades. Por Eduardo Duhalde.
El uso irresponsable de los fondos de la ANSeS, la catarata de subsidios como disciplinamiento político y los escándalos de corrupción son muestras de por qué hoy los jubilados son la variable de ajuste de las malas políticas y de la falta de rumbo.
Gestionar: ordenar, organizar, disponer prioridades. Así define la Real Academia Española lo que, en buen romance, significa administrar los recursos de que dispone el Estado para cumplir sus tareas esenciales. El buen gobierno , en tanto, debe interpretar -en función de las necesidades que en cada etapa de la historia se le presentan a un país- cuáles serán sus prioridades para la toma de decisiones .
Así lo hicimos durante los tumultuosos primeros días de 2002, cuando parecía que la Argentina se desintegraba, y lo dejamos por escrito mediante un programa mensual de caja que administraba -en ese particular momento- los escasos recursos del Tesoro con el criterio de atender, en el siguiente orden, las necesidades impostergables para la pacificación del país: en primer lugar, el pago a los jubilados; en segundo término, el pago de planes alimentarios y el Jefes y Jefas de Hogar. A partir de allí, el resto de las erogaciones corrientes .
Ese decreto 450/2002 fue entonces -y continúa vigente, aunque no se tenga en cuenta-, fruto de la voluntad de fijar prioridades y atenerse a ellas cuando un gobierno tiene claro el rumbo. Para nosotros, el hambre es moralmente intolerable, y la economía debe someterse a resolverlo . El actual gobierno, en cambio, anuncia en estos días que vetará el proyecto en debate en el Congreso destinado a reconocer a los jubilados que cobran la retribución más baja -menos de 900 pesos- el 82% del sueldo vital mínimo de los trabajadores activos -hoy, alrededor de 1300 pesos, y aún por debajo de los $1.855 necesarios para no caer en la pobreza-.
Para el oficialismo, esa propuesta es “demencial” y alega que no hay recursos para cumplir con tal objetivo . Pero lo que en verdad falta es la voluntad y la decisión de emplear fondos disponibles con este destino. Si algo ha caracterizado a la gestión Kirchner ha sido precisamente la toma de decisiones espasmódicas, muchas veces contradictorias , que impiden ordenar prioridades y, por lo tanto, conseguir y sostener objetivos estratégicos.
Hoy no sabemos qué lugar ocupan las diversas alternativas de gasto en la acción estatal; y las jubilaciones son un ejemplo cabal de ello . Luego de un aumento inicial, han quedado licuadas por la inflación y por la obcecación oficial en negarla.
En 2002, cuando heredamos niveles jubilatorios de hambre y una caja vacía, no sólo priorizamos el pago en tiempo y forma por sobre cualquier otro gasto público, sino que una de nuestras primeras medidas fue el reintegro del 12% que Cavallo había recortado a jubilados y pensionados un año antes y subsidiar a quienes percibían las mínimas para acercarlas a la canasta vigente.
Y si se me permite abundar en cifras para hacer una comparación grosso modo, durante mi Presidencia destinamos a los sectores más vulnerables a través del Plan Jefes y Jefas de Hogar -que alcanzó al 24% de las familias argentinas, es decir, a 2,2 millones de familias sin ingresos- el equivalente al 6,3% del gasto de la administración.
Si el gobierno actual quisiera equiparar ese nivel, podría otorgar 360 pesos a cada uno de los beneficiarios del Plan de Ingreso por Hijo, en caso de darle verdadera extensión universal , ya que hasta hoy excluye a 2 millones de menores de edad. En cambio, prevé destinar un 3,2% del presupuesto nacional para este año, en proporción, la mitad de lo que invertimos nosotros en medio de la crisis político-económica más grave de nuestra historia moderna .
Hoy, desaprovechada una de las mejores oportunidades de la Argentina por el alto crecimiento registrado desde 2002, y con menos del 40% de nuestra potencialidad productiva desplegada, los menos beneficiados siguen esperando. El uso irresponsable de los fondos de la ANSeS para el financiamiento del “capitalismo de amigos” , la catarata de subsidios como herramienta de disciplinamiento político, los proyectos faraónicos como el tren bala y los escándalos vinculados con la corrupción son algunas muestras de por qué hoy los jubilados son la variable de ajuste de las malas políticas y de la falta de rumbo.
Las cuestiones sociales se complejizan cada vez más. El mundo avanza hacia niveles más altos de envejecimiento y, por lo tanto, de presión sobre los recursos fiscales; las demandas de productividad exigen más y mejor educación para los más pobres, por nombrar sólo dos de las reivindicaciones más apremiantes.
Si realmente existiera la voluntad de distribuir el ingreso , como se declama permanentemente, los recursos necesarios para solucionar estas necesidades imperiosas están disponibles .
Bill Clinton ganó una elección presidencial señalando a su competidor dónde estaba el secreto de la situación de los Estados Unidos en ese momento: “¡Es la economía, estúpidos!”, repetía. En nuestro caso, creo que vale parafrasearlo para decir: “¡Son las prioridades, estúpidos!”
Gestionar: ordenar, organizar, disponer prioridades. Así define la Real Academia Española lo que, en buen romance, significa administrar los recursos de que dispone el Estado para cumplir sus tareas esenciales. El buen gobierno , en tanto, debe interpretar -en función de las necesidades que en cada etapa de la historia se le presentan a un país- cuáles serán sus prioridades para la toma de decisiones .
Así lo hicimos durante los tumultuosos primeros días de 2002, cuando parecía que la Argentina se desintegraba, y lo dejamos por escrito mediante un programa mensual de caja que administraba -en ese particular momento- los escasos recursos del Tesoro con el criterio de atender, en el siguiente orden, las necesidades impostergables para la pacificación del país: en primer lugar, el pago a los jubilados; en segundo término, el pago de planes alimentarios y el Jefes y Jefas de Hogar. A partir de allí, el resto de las erogaciones corrientes .
Ese decreto 450/2002 fue entonces -y continúa vigente, aunque no se tenga en cuenta-, fruto de la voluntad de fijar prioridades y atenerse a ellas cuando un gobierno tiene claro el rumbo. Para nosotros, el hambre es moralmente intolerable, y la economía debe someterse a resolverlo . El actual gobierno, en cambio, anuncia en estos días que vetará el proyecto en debate en el Congreso destinado a reconocer a los jubilados que cobran la retribución más baja -menos de 900 pesos- el 82% del sueldo vital mínimo de los trabajadores activos -hoy, alrededor de 1300 pesos, y aún por debajo de los $1.855 necesarios para no caer en la pobreza-.
Para el oficialismo, esa propuesta es “demencial” y alega que no hay recursos para cumplir con tal objetivo . Pero lo que en verdad falta es la voluntad y la decisión de emplear fondos disponibles con este destino. Si algo ha caracterizado a la gestión Kirchner ha sido precisamente la toma de decisiones espasmódicas, muchas veces contradictorias , que impiden ordenar prioridades y, por lo tanto, conseguir y sostener objetivos estratégicos.
Hoy no sabemos qué lugar ocupan las diversas alternativas de gasto en la acción estatal; y las jubilaciones son un ejemplo cabal de ello . Luego de un aumento inicial, han quedado licuadas por la inflación y por la obcecación oficial en negarla.
En 2002, cuando heredamos niveles jubilatorios de hambre y una caja vacía, no sólo priorizamos el pago en tiempo y forma por sobre cualquier otro gasto público, sino que una de nuestras primeras medidas fue el reintegro del 12% que Cavallo había recortado a jubilados y pensionados un año antes y subsidiar a quienes percibían las mínimas para acercarlas a la canasta vigente.
Y si se me permite abundar en cifras para hacer una comparación grosso modo, durante mi Presidencia destinamos a los sectores más vulnerables a través del Plan Jefes y Jefas de Hogar -que alcanzó al 24% de las familias argentinas, es decir, a 2,2 millones de familias sin ingresos- el equivalente al 6,3% del gasto de la administración.
Si el gobierno actual quisiera equiparar ese nivel, podría otorgar 360 pesos a cada uno de los beneficiarios del Plan de Ingreso por Hijo, en caso de darle verdadera extensión universal , ya que hasta hoy excluye a 2 millones de menores de edad. En cambio, prevé destinar un 3,2% del presupuesto nacional para este año, en proporción, la mitad de lo que invertimos nosotros en medio de la crisis político-económica más grave de nuestra historia moderna .
Hoy, desaprovechada una de las mejores oportunidades de la Argentina por el alto crecimiento registrado desde 2002, y con menos del 40% de nuestra potencialidad productiva desplegada, los menos beneficiados siguen esperando. El uso irresponsable de los fondos de la ANSeS para el financiamiento del “capitalismo de amigos” , la catarata de subsidios como herramienta de disciplinamiento político, los proyectos faraónicos como el tren bala y los escándalos vinculados con la corrupción son algunas muestras de por qué hoy los jubilados son la variable de ajuste de las malas políticas y de la falta de rumbo.
Las cuestiones sociales se complejizan cada vez más. El mundo avanza hacia niveles más altos de envejecimiento y, por lo tanto, de presión sobre los recursos fiscales; las demandas de productividad exigen más y mejor educación para los más pobres, por nombrar sólo dos de las reivindicaciones más apremiantes.
Si realmente existiera la voluntad de distribuir el ingreso , como se declama permanentemente, los recursos necesarios para solucionar estas necesidades imperiosas están disponibles .
Bill Clinton ganó una elección presidencial señalando a su competidor dónde estaba el secreto de la situación de los Estados Unidos en ese momento: “¡Es la economía, estúpidos!”, repetía. En nuestro caso, creo que vale parafrasearlo para decir: “¡Son las prioridades, estúpidos!”
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