En la primera línea del gobierno cargan las tintas sobre el ministro de Trabajo que, ahora afirman, no supo anticipan ni conducir el conflicto laboral que ayer desembocó en el bloqueo del diario. El propio ministro reconoció hoy por radio que la Presidenta le exigió que “de inmediato” solucionara el conflicto. La prioridad es despegar a Cristina del episodio para minimizar los costos electorales.
Unas 12 horas le llevó al Gobierno entender que la jugada de bloquear la salida de Clarín era una torpeza fenomenal, que le podía causar severos daños electorales en los sectores moderados y de clase media, como anticipó ayer La Política Online.
Y como suele suceder en estos casos, el hilo se cortó por lo más delgado. En la primera línea del Gobierno se decidió que el chivo expiatorio sería el ministro de Trabajo, Carlos Tomada. La prioridad en la Casa Rosada es despegar a la Presidenta de un episodio que emparentó al Gobierno con los peores regímenes autoritarios y amenaza su construcción política para ganar en primera vuelta.
Internamente se concluyó que Tomada no supo prevenir la evolución del conflicto que llevaban adelante los empleados de Artes Gráficas Rioplatenses (AGR) y por ello es el máximo responsable del episodio de ayer. El propio ministro fue forzado hoy a asumir la responsabilidad y despegar a la Presidenta.
“Hubo una orden de la Presidenta que me instruyó ayer para que avanzara lo mas rápidamente posible para resolver el conflicto”, afirmó esta mañana Tomada, que fatigó las radios enarbolando el mismo eje discursivo. Se trata de un conflicto laboral, el Gobierno ni Hugo Moyano tienen nada que ver, pero igual la Presidenta esta muy preocupada y quiere que se resuelva cuanto antes.
“Ayer mismo, apenas tomamos conocimiento del tema, intervinimos y convocamos a la reunión de hoy (al mediodía), lo que provocó el levantamiento de la medida”, intentó defenderse Tomada.
Sin embargo, esta premura oficial no se observó ayer cuando desde la madrugada los directivos de Clarín y La Nación, así como la fiscal que intervino en el caso, advirtieron sobre el bloqueo y sin embargo la Policía Federal que responde a la ministra Nilda Garré no hizo nada.
Con el correr del día, el gobierno empezó a entender que perdía más de lo que sumaba con la acción del bloqueo, que para la tarde ya se había convertido en un escándalo internacional. Fue así que sobre el final de la tarde salió el ministro del Interior, Florencio Randazzo, intentando despegar tibiamente al gobierno del bloqueo y reduciéndolo a un “conflicto laboral”.
Esta mañana, luego de un evidente análisis de los daños del episodio, el gobierno viró su discurso y mostró una inédita predisposición por solucionar el conflicto. Tomada fue el vocero de ese giro. Pero no sólo eso, también fue obligado a repetir ante las radios que la Presidenta lo “retó” por la demora en solucionar el tema.
Como ocurrió con otras iniciativas fallidas del kirchnerismo, lo que se observa es la reacción para evitar los costos políticos a la Presidenta. Lo mismo ocurrió cuando la propia Cristina Kirchner desautorizó ante la Asamblea Legislativa a Diana Conti y su pretendida reelección indefinida.
O cuando también la Casa Rosada se encargó de filtrar que la Presidenta había pedido al director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, que desactivara el escrache al premio Nobel Mario Vargas Llosa.
En los tres casos, reelección indefinida, escrache a Vargas Llosa y bloqueo a Clarín, lo que se consuma es una coctel ideal para espantar a la clase media. Tendencias de eternización en el poder y sofocamiento de todo pensamiento crítico, son el hilo conductor de todos los regímenes autoritarios. Una vez más, el kirchnerismo dio un paso al abismo y retrocedió un segundo antes de desbarrancarse.
Fuente: lapoliticaonline.com
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