martes, 22 de marzo de 2011

La Argentina indigente que avergüenza


Un estudio realizado por el instituto que dirige Claudio Lozano, muestra que en el país en los últimos cinco años se agregaron 1,1 millones de personas que viven en la indigencia. Los números que dejan en claro la delicada situación social por la que pasa la Argentina y que la ubican entre los peores indicadores del mundo.
Pasan los años, pasan los gobiernos, y la pobreza y la inflación no hacen más que subir y seguir generando una sociedad llena de necesitados, que no hace más que incrementar esa larga lista de “desaparecidos sociales” que han aparecido en la Argentina desde la época de la última dictadura militar hasta nuestros días.
A pesar del discurso progresista y lleno de felicidad que viene proclamando el oficialismo desde su llegada al poder en el año 2003, la realidad muestra que para los argentinos, la pobreza y la inflación son los temas que más le preocupan y que por el momento no hacen más que brillar por su ausencia las posibles soluciones a los mismos por parte de las autoridades correspondientes.
El Indec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), que comanda el inefable Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, asegura que la pobreza en los siete años de gobierno ha disminuido más del 30 por ciento llegando a niveles apenas superiores al 10%, la realidad se encarga de remarcar todo lo contrario.
El diputado nacional por Proyecto Sur, Claudio Lozano, dirige el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP), que sacó un informe en el cual se afirma que desde los años 2006 al 2010, la Argentina incrementó su cantidad de indigentes en 1,1 millones de personas, pasando de 4,3 millones a 5,4 millones de habitantes.
Este caer en la indigencia que sufre la población argentina, que es negada en forma sistemática por un gobierno nacional que no para de “dibujar” los números de las estadísticas oficiales, ha llevado a que entre el 2006 y el 2010 el crecimiento vegetativo de la población fuera de 1,5 millones, al pasar del 38,5 a 40 millones de habitantes.
De esta manera, se deduce que en nuestro país siete de cada diez chicos que nacieron en territorio nacional, pasaron a ser miembros de la pobreza profunda que vive la Argentina desde hace décadas, no cubriendo sus necesidades básicas ni pudiendo alimentarse como un chico debe para crecer sano y feliz en este mundo.

Según el IPYPP el gobierno no hace más que “desestimar” las cifras reales de pobreza e indigencia, las que según el instituto privado se “subestiman” entre un 61 y un 77 por ciento. El estudio indica que el Indec “oculta la existencia de casi 7,4 millones de pobres, de los cuales 4,2 millones están pasando hambre”.

En síntesis, el informe del instituto que dirige Lozano señala que en la República Argentina hay 12,2 millones de pobres y 5,4 millones de indigentes, un 30,5 y 13,5 por ciento de la población, respectivamente, mientras que el INDEC reconoce solo 4,8 millones de pobres y 1,2 millón de indigentes, 12 y 3,1 por ciento.
El desinterés por el funcionamiento del Indec que trae aparejado la decisión de darle la responsabilidad del mismo a Guillermo Moreno, ha hecho que en la Argentina al no tener datos reales la manifiesta aplicación de un singular método para medir las principales cuestiones económicas del país, hay una completa desinformación e incredulidad sobre el aumento que han tenido los precios a lo largo de este tiempo. Esto existe porque no son reales los precios que marca el Indec, que dice que en los últimos dos años subieron un 15%.
Luego de la devaluación los precios han subido (según organismos privados), a un promedio de entre el 300 y el 350 por ciento, y desde el gobierno se han escondido los datos reales a partir del año 2007, que fue cuando se dio la intervención del organismo público. Con todo este tipo de cosas, lo único que se logra es que se pierda el horizonte real sobre las cosas que suceden en nuestro país. Sin números reales el país pierde en credibilidad en sus cifras de crecimiento, lo cual terminó siendo un boomerang muy negativo para los intereses de la Argentina , y eso es algo que el gobierno y las autoridades económicas deben cambiar en forma urgente.
Las necesidades del gobierno nacional lo ha llevado al papelón internacional de meter mano en el Indec, con consecuencias de desprestigio aún incalculables y que llevará muchísimos años volver a corregirlas. Este error gigantesco en la política K, llevó a la Argentina a sufrir humillación tras humillación en el extranjero, porque en todos los países considerados serios en el mundo, las estadísticas son intocables y la manejan en su mayoría gente que está ligada políticamente al partido gobernante, para darle a las mismas una muestra de claridad notable y la sospecha sobre cualquier manipulación quede totalmente de lado.
Es cuestión de que la clase política vea lo que sucede a su alrededor y deje de pregonar viejas prácticas denostadas por la población, y se ponga a trabajar seriamente en la necesidad de contar con un país más serio, con estadísticas que digan lo que se vive en la realidad y deje de ser un entramado para intentar consumar hechos electorales. La Argentina merece un cambio de actitud, sino la salida para el descalabro moral, económico, social y político que vive el país, será cada vez más grande y por lo tanto, complicado de sortear.
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