Solo la degradación intelectual y moral que produjo la "década infame" de los ’90, y las dolorosos heridas que al cuerpo social infligió el terrorismo de Estado, puede explicar que extensos sectores de la intelectualidad y del activismo político, que se dicen progre-sistas o de izquierda, sean hoy simpatizantes furibundos y acríticos del "modelo" kirch-nerista. Y en consecuencia hayan aceptado reemplazar la legendaria consigna igualitaria de "Bienestar para Todos", por el de "Milanesa para Todos". Esta consigna mini minimalista, que en los setenta hubiese arrancado carcajadas o sar-casmos por parte de los "militantes" de entonces, pone en evidencia la patraña de la redistribución de la riqueza e inclusión social, que declama el "modelo" kirchnerista. Al reconocer implícitamente la impotencia de lograr algo más que ese reparto de milane-sas para todos. De la misma manera que los conservadores populistas durante las elec-ciones repartían empanadas para todos, a cambio de la libreta de enrolamiento para formalizar a su favor el voto. La "militancia" rentada Lamentablemente, la fuerza corruptora del dinero, las prácticas clientelísticas, y el re-parto de puestos, prebendas y asesorías, también aportan una explicación a ese fenó-meno de activismo confundido y acrítico. Que trata a toda costa de ver un príncipe azul, donde solo hay un sapo. E incluso ha resucitado un trasnochado culto a la personalidad del líder, a contramano de los vientos que soplan en la historia.
En una maniobra digna de "El príncipe" de Maquiavelo, el kirchnerismo al comenzar su gobierno, cooptó a la gran mayoría de los dirigentes piqueteros, que con motivo de la crisis del 2001 se habían adueñado de la calle, de una manera muy simple. Los incor-poró a la corte del poder, y los kirchnerizó mediante cheques. Es decir los kirchequizó, dándoles subsidios para los fines más diversos, con una muy laxa obligación de rendir cuentas. De esta manera, compartiendo las prebendas de los cortesanos del poder, les cambio totalmente la vida a esos dirigentes piqueteros y su parentela. Pero muy poco la vida a quienes estos representan. Así buena parte de los piqueteros, pasaron a ser la fuerza de choque del gobierno, mientras que sus líderes pasaron a oficiar de voceros 29
marginales de este. Que dicen lo que el gobierno no puede decir, para no enemistarse con otros sectores de la sociedad, y en todo caso pueden ser desmentidos, si el asunto los requiere. Con motivo de los conflictos con el campo y con CLARIN, quienes de estrechos aliados tácticos, pasaron a ser supuestamente enemigos estratégicos del gobierno, esa manio-bra de cooptación se hizo extensiva al sector de la intelectualidad, la cultura, el perio-dismo, y los medios; pero sin cambiar los pelos ni la mañas. Militante viene de milicia, que significa una fuerza armada que no recibe paga. Sin embargo la militancia defensora del "modelo" kirchequista, como resultado de lo que defienden y los cheques que reci-ben por ello, hacen honor al dicho inglés, de que "uno habla según lo que come". Siendo su más notable ejemplo el grupo juvenil de "La Campora", con el apellido tomado de quien le decían "el Tio", lo que suscita una penosa asociación con el cuento del tío. Este grupo parece ser una rara mezcla de la famosa "Coordinadora" del alfonsinismo, y su afán de "acumular poder" a toda costa, que luego en 1989 se les escapó como agua entre los dedos; como si esa fuese la única gimnasia de la política. Y del frívolo grupo Sushi del delaruismo, que tenía una marcada predilección por el buen vivir y los nego-cios. De tal forma "La Campora" se ha convertido en una "bolsa de trabajo" de empleos de alto vuelo. Cuyos integrantes están muy lejos de percibir el salario mínimo vital y móvil de 1.500 pesos; que es el ingreso máximo per capita que recibe el 70 % de la población argentina. La característica más notable de esa militancia kirchequizada, es su encono y agresivi-dad. El que se manifiesta en la descalificación del adversario por cualquier medio. La mordacidad, el sarcasmo, y el retruécano, como principal manera de confrontar, y de abordar la realidad. Y el afán de confundir y no esclarecer los problemas, en vez del in-tercambio honesto de ideas. Con una total ausencia de todo gesto de empatía, o aveniti-vo hacia quienes no piensen como ellos. Y menos aun de duda, vacilación, o autoironía. En etología y psicología se dice que generalmente detrás de la agresividad, en realidad está el miedo. Que puede provenir en este caso, del temor a quedarse sin el empleo o la pitanza (que es lo que se distribuye gratuitamente por piedad). Y también de las dudas intimas que seguramente debe generar un liderazgo incoherente, y carente de antecedentes consis-tentes en su historia. Que no cesa de hablar de los pobres y excluidos. Y a la par muestra una gran debilidad por la riqueza, el boato, y la acumulación de bienes ostentosos, in-cluso al grado de cholulismo. Salpicado todo ello con oscuros negociados multimillona-rios; la multiplicación de denuncias de corrupción; y opacos sobreseimientos judiciales. En honor de la verdad, debe decirse que esa agresividad y encono militante, se observa también en el antikirchnerismo. Como si la habilidad del liderazgo kirchnerista, fuera el sacar de adentro, no lo mejor, sino lo peor de la gente. El kirchnerismo, con su culto de la personalidad y su autoritarismo faccioso, con todo el poder centrado en un Ejecutivo que llegó a ser bipersonal, parece repetir así lo peor del primer peronismo. Pero sin haber concretado la enorme tarea de inclusión social que este llevó a adelante. 30 Los derechos humanos anclados en el pasado Párrafo aparte merece el activismo militante de los sectores kirchneristas defensores de los Derechos Humanos. Que además de compartir sin hesitaciones la política de "Memo-ria, Verdad, y Justicia", encaminada exclusivamente contra los crímenes de lesa huma-nidad del pasado, también fueron lamentablemente kirchequizados. Desde subsidios de toda índole, pasajes en clase ejecutiva, fondos para museos y comisiones de la Memoria, hasta contratos de obras públicas otorgados sin concurso ni licitación, como si fuera otros de los tantos negociados del poder. Así las Madres de Plaza de Mayo, de poder moral por la defensa de la vida, pasaron a convertirse en una compañía constructora, contaminada con lo peor de la obra pública. Y como su administrador Schoklender tenía un enorme desorden en la administración, y había adquirido fama de frecuentar los casinos y apostar fuertes sumas de dinero, llamaron a la ex ministra Miccheli, procesada por enriquecimiento ilícito por los dineros encontrados en su famosa bolsa, para que pusiera orden. Así, es triste decirlo, un sector de las Madres de Plaza de Mayo pasó de la épica de la ronda de los jueves en la Plaza de Mayo, ha hacer piquetes ante la Municipalidad y la Catedral, para exigir la entrega de cheques en pago de dudosos certificados de obra. La debacle moral de Argentina parece no tener límites. Queda el interrogante si la política respecto a los Derechos Humanos del kirchnerismo, fue una astuta maniobra de cooptación de ese sector de la sociedad; que reclamaba esa reparación de la justicia por los hechos de un lejano pasado. Y a la par de distracción social, respecto la violación de los derechos humanos actuales, al estar más de un tercio de la población bajo riesgo de exclusión social. O fue una mera casualidad, fruto de tra-tar de reparar la total omisión que habían tenido los Kirchners respecto los derechos humanos hasta ese momento. Lo cierto es que si esa sobreactuada política de "Juicio y Castigo" no estuviera presente, con el desfile de octogenarios generales por los tribunales, donde reciben sucesivas condenas a cadenas perpetuas, pese a que les quedan muy pocos años de vida (mal que pese, a los violadores de derechos humanos también les corresponde el derecho huma-no a tener un juicio rápido y justo, y a no soportar la tortura de juicios repetidos y per-petuos) muy otra sería la postura por parte de dicho sector respecto los actuales niveles de pobreza e indigencia. Y también respecto los notables niveles de corrupción que exis-ten en el actual gobierno, que con total impunidad ha desarticulado todos los organis-mos de control público. El kirchnerismo ha implantado así una sorprendente justicia conmutativa, donde toda la lacra y la condena social se concentra sobre quienes cometieron luctuosos hechos de sangre en un lejano pasado. A la par que la corrupción estructural campea en todos los órdenes de la administración pública; y los delitos del poder tanto del menemismo co-mo del kirchnerismo, son sobreseídos a piacere. Incluso invocando el derecho humano a no estar sometido a un proceso judicial de una duración irrazonable.
Tal como sucedió recientemente en el caso IBM ANSES. Pese a haber reconocido el mismo tribunal, que la duración del mismo se debió a las chicanas procesales interpues-tas por los defensores de los imputados. A las que consideró sin embargo, que estaban en su derecho practicarlas. Pero prescindiendo enteramente de ponderar la gravedad 31
institucional del delito de administración fraudulenta agravada contra la administración pública; la necesidad de condenas ejemplificadoras al respecto; y el hecho de que los damnificados por los imputados fueron los eternos hijos de la pavota: los jubilados del ANSES.
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