Advanced Resources International informó al Departamento de Energía de Estados Unidos que la Argentina cuenta con 774 billones de pies cúbicos de "shale gas". De esta manera, el país se posiciona como el tercero a nivel mundial en lo que hace a reservas gasíferas no convencionales, a escala global. Mientras tanto, el Ministro Julio De Vido, siguiendo los pasos ordenados por el ex presidente Néstor Kirchner, continúa importando combustibles a precios astronómicos. ¿Qué esconde tras este aspecto de la realidad nacional?
La Argentina importa gas a través de buques regasificadores y sin licitación pública internacional -como debiera hacerlo- a precios que oscilan ente los U$S 15 y U$S 20 el millón de BTU, habiéndose agregado un nuevo puerto para tal fin en el Río Paraná. Ello sucede luego de la firma de convenios con la República de Bolivia para importar el fluído desde esa nación, a un costo de U$S 7 por millón de BTU. Próximamente, se utilizará el gasoducto que exportaba gas desde Neuquén hacia Chile para importar desde el país del norte más fluído que la permita al gobierno seguir con su política de subsidios a los combustibles, sin generar inversiones para su autoabastecimiento.
Este perverso mecanismo le sirve al kirchnerismo para continuar engordando los propios bolsillos, los de sus socios, amigos o testaferros. Entretanto, el Estado Nacional se desfinancia y pierden competitividad tanto la industria como el agro nacional. Los dos superávits gemelos –fiscal y comercial, que se utilizaran de basamento primario para la recuperación del país luego de la crisis de 2001- se esfuman en una desaforada carrera en la que comienza a vislumbrarse que aquellos superávits se están convirtiendo –gracias al "modelo"- en un inapelable déficit estructural.
El informe publicado por el Departamento de Energía de Estados Unidos posiciona al país como el tercer país con más reservas de gas no convencional, por detrás de China y el propio gigante del norte, y con reservas suficientes para autoabastecer a la Nación durante más de 500 años, si se mantuvieran los actuales niveles de consumo. En base a los cálculos de ASI -Advances Resources International-, la Argentina posee 2.732 trillones de pies cúbicos (TCF’s) de gas no convencional, de los cuales podría sin ningún inconveniente explotar 774 TCF’s.
Apenas superan a la Argentina los chinos, con 1.275 TCF’s explotables, y Estados Unidos, con 862 TCF’s. En tanto, México, Sudáfrica, Australia, Canadá, Libia, Argelia y Brasil completan el resto de las diez primeras posiciones. Más lejos en la tabla, encontramos a Polonia, Francia, Noruega, Chile, India, Paraguay, Pakistán, Bolivia, Ucrania, y Suecia. Con valores inferiores o cercanos a los 20 TCF’s, se ubican Dinamarca, Uruguay, Gran Bretaña, Venezuela, Túnez, Turquía, Marruecos, o Alemania, hasta llegar a Lituania, con apenas 4 TCF’s.
Es ciertamente difícil de creer que la Argentina -que, históricamente, y en particular durante gobiernos peronistas- fuera desarrollando una política de exploración y explotación de los recursos naturales y de energía, que logra el autoabastecimiento pleno de petróleo durante la presidencia de don Arturo Frondizi y cuya "matriz energética"se encuentre hoy, en pleno siglo XXI, dependiendo de la importación de un recurso que le sobra. Sólo puede explicarse este escenario al amparo de las prácticas mafiosas y de autoenriquecimiento corrupto del régimen, que implementó como “modelo” aquella vieja práctica neoliberal de determinar que la explotación en manos del Estado no era rentable. El objetivo: privatizar sus fuentes energéticas para dejarlas en manos de amigos, entidades supranacionales y/o estados extranjeros.
Las reservas a nivel planetario de gas natural totalizan 6.609 TCF’s, mientras que las reservas recuperables de “shale gas” ascienden hasta los 6.622 TCF’s. De acuerdo a ASI, el mercado argentino produce 1,52 TCF’s y las existencias probadas sin contar el gas de “esquistos” o de arenas compactas, cayeron un 50% durante los años del actual gobierno, alcanzando hoy apenas los 13,4 TCF’s. Este desastre energético -fogoneado por la actual Administración, que continuó los pasos del menemismo- generó aquello que cualquier conocedor podía preveer, que no es otra que el vaciamiento gasífero y petrolero nacional.
Solo los inútiles o los funcionarios sobradamente corruptos podrían aceptar un Estado permisivo para con el derroche de los recursos naturales, bajo la fórmula de malvender los mismos a precio vil a nuestros vecinos. Todo ello, mientras se paraliza la industria por la escasez de recursos gasíferos, o mientras se condena a la población a su faltante, o bien a abonar precios inflados artificialmente. Al mismo tiempo, las regalías provinciales no son suficientes para subsanar los incontables problemas de financiamiento de sus economías.
Del total de 774 TCF’s explotables, unos 407 TCF’s corresponden a la Cuenca Neuquina -167 en la formación “Los Molles” y 240 en “Vaca Muerta”-, mientras que 164 se ubican en la Cuenca Chacoparanaense –específica y principalmente en la formación “Los Monos”-, 108 proceden de la Cuenca Austral-Magallanes, y 95 de la Cuenca del Golfo de San Jorge. Este importantísimo reporte de ASI puntualiza, además: "En el área más rica de la Cuenca Neuquina, al menos un tercio o la mitad de las reservas recuperables ya resultan económicamente viables".
Este documento -que es de dominio público, pero cuyas conclusiones se ocultan en la Argentina- refiere, entre otros temas que, a partir de la implementación del programa kirchnerista "Gas Plus", el país elevó los precios de venta del “shale gas” hasta alcanzar los U$S 5 por millón de BTU –unidades térmicas británicas-, poniendo en un escalón un poco más lógico el valor que se abona a nuestros explotadores respecto de lo que nos encontramos actualmente pagando afuera (Chile, Bolivia). Conforme las conclusiones publicadas por "Inversor Energético", "Por estos días, el plan está probando su impacto positivo con noticias tales como el descubrimiento de reservorios equivalentes a 120 TCF’s en Neuquén, apunta el estudio del ASI".
Si podemos autoabastecernos del recurso gasífero, y el programa oficialista Gas Plus reconoce valores cercanos a los internacionales, y los privados aún no se han lanzado masivamente a su explotación, solo puede concluírse que algo está fallando. Pero este "algo" no es otra cosa que la “seguridad jurídica”, tan vapuleada por este régimen tan extrañamente sesgado y tendencioso, donde cualquier funcionario de tercer nivel puede modificar a su antojo las reglas, comprometiendo la institucionalidad. Despertadas las expectativas por el denominado "shale gas", la provincia del Neuquén está intentando impulsar una iniciativa público-privada que tiene como fin último la construcción de una Casa de Estudios especializada en esta clase de recursos hidrocarburíferas, respaldada por la Universidad Nacional del Comahue y financiada por el Estado Provincial y algunas empresas privadas del sector.
El negociado llevado adelante por el Ministerio de Planificación Federal de la Nación de Julio De Vido es tan significativo en el enriquecimiento ilícito del clan K, que se intenta desactivar toda aquella propuesta de avanzar en la investigación, exploración y explotación de este recurso, así como en tapar las noticias del tenor de lo aquí expresado. El titular de Gas y Petróleo del Neuquén -G&P- Rubén Etcheverry explica que la creación del centro de estudios neuquino fue pensado para desarrollar conceptos y técnicas aún no conocidas en el país. "Para producir gas no convencional, se emplearán nuevas tecnologías, lo que hará necesario entrenar a los operarios y promover su incorporación a las firmas locales y regionales".
En el mediano plazo, y contradiciendo a pesimistas e inoperantes, la entidad neuquina logrará abarcar el análisis de las totalidad de las experiencias científicas y tecnológicas relacionadas con la prospección, explotación, perforación, cementación, complementación, estimulación y producción de yacimientos gasíferos no tradicionales.
Finalmente, no resultan creíbles las razones por las cuales este tipo de iniciativas no conlleven la debida difusión.
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