lunes, 11 de abril de 2011

El efecto Cristina en crisis: riesgo de derrota en Capital, Santa Fe y Córdoba

El cómodo triunfo de Juan Manuel Urtubey no fue una sorpresa, aunque tuvo características distintivas con lo hecho por el kirchnerismo en las elecciones de Catamarca y Chubut. El gobernador salteño y CFK pactaron que ésta se mantendría distante de la campaña local, para evitar que Alfredo Olmedo -que consiguió un excelente 26,5%- creciera en el celoso electorado local gracias a criticar la injerencia del gobierno nacional. Hay otros dos datos fundamentales, el candidato de Hugo Moyano, Walter Wayar, no alcanzó el 10% y la UCR terminó sexta, redondeando el 2,5%. Los radicales vienen de perder el gobierno en Catamarca y de salir terceros -muy lejos- en Chubut.
El 29 de mayo en La Rioja el kirchnerismo obtendrá otro triunfo fácil, pero luego vendrá una etapa compleja. La presidente se enfrenta a serias complicaciones en tres de los cuatro distritos grandes, esto es, la Capital, Santa Fe y Córdoba. Y el problema se centra en los candidatos del oficialismo. Cristina apoyó personalmente la aventura de Amado Boudou como candidato a jefe de gobierno y la realidad es que las mediciones coinciden en ubicarlo por debajo de Daniel Filmus, un kirchnerista no cristinista que no suele concurrir a Olivos. Si Pino Solanas concreta su descenso a la Capital, parece obvio que Filmus estaría en mejores que Boudou de disputarle el segundo lugar y llegar entonces a la segunda vuelta, descontándose que el PRO liderará los resultados de la elección del 10 de julio. Ninguna alternativa es entonces cómoda para el cristinismo. En caso de elegir a Boudou, éste corre el riesgo de quedar tercero dejando a CFK en un papel muy desairado. Si, en cambio, el dedo recae finalmente sobre Filmus, sería un reconocimiento implícito de que la selección del Ministro de Economía fue un error presidencial. El progresivo desinfle de Boudou es tal vez menos grave que el problema que se le plantea al gobierno en Santa Fe. El 22 de mayo habrá internas abiertas para definir las candidaturas que competirán en la elección provincial del 24 de julio. En el PJ, Agustín Rossi se perfila como ganador ante Rafael Bielsa y el intendente de Rafaela, Omar Perotti, que pese a presentarse como no kirchnerista está financiado directamente por Rudy Igor Ulloa. La cuarta lista es definidamente anti-k y la encabezan Juan Carlos Mercier y Ángel Baltuzzi. Rossi es el hombre de la Casa Rosada, pero su capacidad de imponerse en la interna parece inversamente proporcional a sus posibilidades en la elección general. Una consultora le habría advertido días atrás al operador presidencial Juan Carlos Mazzón que Rossi puede recoger el repudio no sólo del agro sino de buena parte de la clase media rosarina y tiene serias chances de quedar tercero, detrás del candidato del Frente Progresista Cívico y Social (Rubén Giustiniani, Carlos Barletta o Antonio Bonfatti) y del macrista Miguel del Sel. Que el candidato K por excelencia pueda conducir a un desastre electoral le plantea al gobierno una situación sumamente complicada. Sobre todo teniendo en cuenta que el resultado de la elección santafesina tiene fuerza expansiva en el orden nacional.

Córdoba, la debilidad K
Con fecha para el 7 de agosto, la elección cordobesa es un verdadero dolor de cabeza para el cristinismo. El supuesto candidato a gobernador por el kirchnerismo, José Manuel de la Sota, terminó la semana pasada abucheado por La Cámpora junto al gobernador Juan Carlos Schiaretti. Y el principal dirigente kirchnerista, Eduardo Acastello, no tiene volumen suficiente como para disputar la gobernación. Todavía le quedan al gobierno ocho semanas para encontrar una salida que no se vislumbra.
De La Sota tendría escasas chances de imponerse a Luis Juez, quien, después de ganar, negociaría con el kirchnerismo para establecer la gobernabilidad. La cuestión pasa por otro lado: si CFK termina derrotada el 10 de julio en Capital, el 24 del mismo mes en Santa Fe y el 7 de agosto en Córdoba, el mito del efecto Cristina podría quedar severamente golpeado y la secuencia triunfalista iniciada en marzo quedaría trunca. Por otra parte, estos reveses aumentarían la dependencia -ya existente- del margen de ventaja que el Frente para la Victoria ostenta en Buenos Aires.

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