miércoles, 13 de abril de 2011

Si Garré fracasa, puede llevarse puesta a CFK

Si Garré fracasa, puede llevarse puesta a CFK
 
La primera medida de Nilda Garré era esperada y no sorprendió a nadie: la purga de la cúpula policial, como una especie de castigo por la represión policial en Villa Soldati. Pero luego, la nueva ministro pasó a dar señales inequívocas de que nunca reprimirá y de que su principal preocupación será proteger a los violentos que manifiesten, bloqueen o usurpen. Todo esto ante la respuesta indignada de la gente común. Es que los violentos saben defenderse y atacar y la gente común no; y por lo tanto, saldrá lesionada, como ocurrió el viernes pasado en Lugano, donde los okupas, con hondas y bolitas partidas hirieron al periodista Julio Bazán y a un policía en la cara. Lo más que puede esperarse ahora de la policía es que se interponga entre los violentos y los vecinos, pero nunca que arresten a los que delinquen. A favor de la posibilidad de que esta política subsista, hay que computar que, hasta ahora, el pueblo argentino y sus instituciones más importantes han demostrado una gran capacidad de acostumbramiento a la violencia protegida por el gobierno.

La anarquía desde el poder
La diferencia con el pasado es que esta protección se ha oficializado con la designación de Garré y las ideas anarquistas de Horacio Verbitsky, que además quiere vaciar las cárceles de presos, como señala su maestro Michael Foucalt, también maestro de Eugenio Zaffaroni. Éste visitó en la cárcel a Roberto Marino, quien había atentado violentamente contra la Embajada de Israel en un acto de neto carácter antisemita. Además, es conocida la clara posición antiisraelí de Verbitsky, un judío renegado.
Garré vive, a todo esto, en el pasaje Virasoro, en una casa enrejada y con custodia de la Gendarmería, que ahora puede perder su rol en la lucha contra el narcotráfico para convertirse en fuerza interna de protección de los violentos, delincuentes sociales y comunes. Parece olvidar el gobierno que los narcotraficantes utilizan a los okupas para crear un Estado dentro del Estado. Esto ocurre en Brasil, donde el presidente Lula le ha dado un golpe demoledor al narcotráfico gracias, en parte, al apoyo del Ejército y la Marina a las fuerzas de seguridad. El contraste con nuestro país es notable. Acá primero se destruyeron las Fuerzas Armadas y ahora les toca a la Policía Federal, la Prefectura y la Gendarmería, retirándoselas de la lucha contra el narcotráfico para proteger a los violentos de la ira justificada de la gente común.
El fracaso de este engendro parece seguro. Cuando esto ocurra, en su obsesión por el poder y por el dinero, y también por obstinación y orgullo, es probable que CFK la eche a Garré e intente dar un giro copernicano dando la orden de reprimir para evitar la caída del gobierno. Pero en ese caso la situación podría ser ya muy grave y quedar, por la represión, un tendal de muertos. De ser así, la presidente podría arrimarse a su ocaso definitivo.

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