martes, 31 de mayo de 2011

Exhortación a CFK para que renuncie a la reelección

Con la firma de un movimiento que se autotitula “Ciudadanos por un Renunciamiento Salutífero”, ha comenzado a circular una “carta abierta”dirigida a la viuda de Kirchner, por la cual se intenta “levantar el clamor”para que oficial y públicamente la presidenta anuncie finalmente su demorado rechazo de cualquier intento de reelección.
A continuación, el texto del documento mencionado.

CRISTINA: YA HAS HECHO DEMASIADO POR NOSOTROS
La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner nos da, cotidianamente, pruebas de su acendrada vocación de servicio a la Patria. No puede existir duda alguna acerca de su consagración a la tarea de lograr la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación. Quien osara poner en tela de juicio la dedicación austera, la capacidad intelectual y la voluntad indomable para cumplir con las graves responsabilidades que la Providencia puso en sus manos, será reo de la más execrable indignidad.
Es difícil encontrar en la Historia otro ejemplo de sacrificio del bienestar personal, de la propia felicidad y del bien ganado sosiego como el que ha aceptado la Presidenta. Luego de cuatro años de gobierno en los que debió soportar agravios y descomedimientos provenientes de los sectores más retrógrados de la sociedad argentina; luego de sobrellevar con grandeza de ánimo y fortaleza moral la súbita desaparición de su cónyuge y guía político, Ella está dispuesta a renovar el mandato que seguramente le conferirá la ciudadanía en octubre, en una demostración inusual de entereza psíquica y de generosidad espiritual. Los argentinos deberíamos agradecer por muchas generaciones esta entrega sin condicionamientos al logro del bien común de la sociedad.
No obstante, en las últimas semanas Cristina ha dado evidentes señales de que su cuerpo está acusando el impacto de tantos y tan grandes desafíos. Que una lipotimia. Que un bajón de azúcar. Que una pasajera depresión. Síntomas todos de que su estructura biopsíquica está sometida a un acoso persistente. Consideremos que al duelo provocado por el tránsito a la Eternidad de su compañero de lucha de toda la vida, se añaden no solamente los graves requerimientos que como titular del Poder Ejecutivo le competen y que deben ser atendidos hora a hora, día a día sin o que además, debe suplir con presteza y tino las deficiencias funcionales del Congreso, siempre renuente a aprobar sin hesitar las benéficas iniciativas de la Casa Rosada. Debe soportar estoicamente pasar por indiferente ante la situación de millones de jubilados, cuando se ve obligada a vetar la ilusoria retribución del 82% móvil a los ancianos, que hubiese significado desfondar el austero presupuesto nacional. Y no solamente el ala opositora le genera conflictos y desvelos. Debe controlar los twitter de Timerman. Tolera en silencio las groserías de Aníbal Fernández que, si bien dirigidas contra los adversarios, constituyen una demostración de mal gusto que se apartan toscamente de las finas ironías que Ella suele instilar en sus apariciones públicas. Para su desdicha, hace ya un tiempo que Hugo Moyano parece haber decidido hacerle la vida imposible: las amenazas camioneras de “parar el país” alteran su bien templado ánimo hasta el límite de su equilibrio y ecuanimidad. Daniel Scioli, a pesar de la mansedumbre y docilidad que aparenta, se sabe que guarda en su fuero íntimo unas ganas terribles de tomarse algún día una revancha cruel en reparación de tantas humillaciones a las que de buen o mal grado se ha sometido durante estos años.
Estas y otras muchas tribulaciones aguantó, aguanta y deberá aguantar Cristina si accediera a una reelección que todos ven como ineluctable. ¿No habrá llegado el momento de que nosotros, los argentinos, sin distinción de banderías de partido, elevemos un clamor surgido de la conmiseración y de la caridad a fin de que ella cese de inmolarse por el bien de la Patria? ¿No daríamos a la humanidad entera una prueba de nuestra magnanimidad como pueblo, si lográramos que Cristina, en lugar de continuar deteriorando su salud física y psíquica, concurriendo día a día a esa verdadera mansión de las torturas que es la Casa Rosada, se retire a sus posesiones de El Calafate, al que Ella misma ha denominado “mi lugar en el mundo? ¿Seremos tan impiadosos que la obliguemos con nuestra ciega devoción a prolongar ¡otros cuatro años! la oblación de su físico y las acechanzas a su salud mental?
No, compatriotas. Yo les pido desde la empatía y la caridad que elevemos nuestras voces al unísono para decirle a Cristina: ¡Basta ya! ¡Basta de aprovecharnos de la infinita benevolencia de quien en la plenitud de los días de llanto y luto no dejó de utilizar la cadena nacional para comunicarnos sus padecimientos y demostrarnos cómo se los supera en aras de la vocación patriótica! ¡Basta de ser los egoístas receptores de tanta abnegación! ¡Terminemos con nuestro miope utilitarismo que no vacila en inmolar a esta nueva Juana de Arco quien, al frente de sus jóvenes adeptos, avanza desafiante contra las anquilosadas posiciones de la oligarquía destituyente!
Propongo, por lo tanto, acabar con tanto sacrificio. Si falla la virtud de la caridad, que nos convenza el santo temor de futuros remordimientos por haber propiciado una víctima del deber más allá de sus fuerzas. Si aparecen dudas acerca de quién puede reemplazar a tanta virtud cívica, sepamos asumir el vacío que su alejamiento traerá consigo y busquemos entre nosotros a quien, marchando sobre sus huellas, asuma la ingrata tarea de gobernar a una sociedad siempre proclive al facilismo y la protesta. Cristina y Néstor nos marcaron el rumbo para siempre. A nosotros sólo se nos pide no apartarnos de la huella.
La muerte nos arrebató al iniciador de este círculo virtuoso de la política argentina. ¡Que cargue Moyano con tal iniquidad! Pero que no seamos nosotros, los aprovechados destinatarios de tantos dones que desde el lejano sur nos trajeron Néstor y Cristina, quienes seamos los culpables de otro cruel desfallecimiento presidencial.
Levantemos, pues compatriotas, un “operativo clamor” para que Cristina renuncie a la reelección y viva, rodeada del amor de sus hijos, los años de paz y ventura a lo que sin lugar a duda alguna, tiene sobrado derecho. Digámosle, con una voz que se oiga desde los Andes al Plata y desde La Quiaca a Ushuaia: ¡Cristina, gracias y cuídate mucho! Porque preferimos verte retirada que inmolada. Te vemos gozando de la fortuna de tener a esos dos vástagos entrañables que son Máximo y Florencia, dos joyas cuya devoción filial hará aun más placentera tu existencia junto a los hielos glaciares.
¡Adiós Cristina! ¡Sálvate y sálvanos de la tremenda culpa de ser, de cierta manera, tus verdugos! Y perdónanos no haber sabido ahorrarte tantos disgustos y sinsabores. La Historia nos absolverá si te marchas ahora, en la flor de la edad, cuando la belleza física está en armonía con el brillo de la madurez intelectual.
¡Adiós Cristina! ¡Ya has hecho demasiado por nosotros!
Ciudadanos por un Renunciamiento Salutífero
Comisión Nacional
25 de Mayo de 2011

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