lunes, 13 de junio de 2011

Cómo explotaba y amenazaba Schoklender a sus trabajadores: nada de derechos humanos

 

Lunes 13 de Junio de 2011 | Los obreros denuncian violencia, condiciones inhumanas de trabajo y violación de los derechos humanos-

Los empleados formaron una ronda frente a las oficinas administrativas para escucharlo. No eran tiempos fáciles en la construcción del barrio Los Piletones : los obreros multiplicaban sus reclamos.

Eran más de 200 los que esperaban las palabras del jefe: "Miren muchachos, acá no tenemos ningún problema en echar a nadie. Puede caer un capataz o un obrero", gritó Sergio Schoklender.

Abril de 2007. El ex apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo había despedido a un encargado y justificaba su decisión. "Todos sabíamos que lo habían echado porque mantenía una relación con una de las cocineras. Nadie iba a hablar, porque si no te echaban", afirma Antonio, testigo de ese discurso.

Violencia laboral, condiciones "inhumanas" de trabajo, violaciones de los derechos humanos y restricciones a la libertad sindical. Estas son las denuncias que realizaron ante lanacion.com tres ex empleados de los obradores de la Fundación que trabajaron en Los Piletones y Castañares. Todos fueron despedidos por reclamar mejores condiciones laborales.

Antonio, Juan y Oscar revelaron que el equipo de seguridad de Schoklender realizaba aprietes a los obreros que reclamaban , afirmaron que dentro de las obras existía "abuso laboral" y aseguraron que está prohibido cualquier tipo de representación gremial. Sus apellidos fueron resguardados por temor a represalias.

"En la obra no te podías quejar, porque cobrabas. Una vez Marcos, un compañero, hizo un reclamo puntual y al otro día lo sacaron a trompadas los de seguridad. El pibe no volvió a trabajar por varios días después de la paliza", revela Antonio, un albañil que trabajó tres meses en la obra situada en Villa Soldati.

Tres ex empleados de las obras de la Fundación denunciaron ante lanacion.com violencia, condiciones "inhumanas" de trabajo y violación de los derechos humanos; cómo les hablaba el ex apoderado de MadresFoto: Fundación Madres de Plaza de Mayo


Juan, un albañil que trabajó dos años en Los Piletones, describe cómo se manejaba el equipo de seguridad que respondía a Schoklender. "Era toda gente recién salida de la cárcel, muy pesados y con muchos vínculos con los punteros políticos de la zona. Generaban mucho miedo", afirma Juan.

Y recuerda, todavía con algo de sorpresa, los movimientos de este grupo que -sostiene- cargaban con armas de fuego. "Me llamaba la atención que cuando venía la plata para pagarnos, estos tipos bajaban de los autos con revólveres, escopetas y hasta itacas".

Pero las denuncias se multiplican a la hora de hablar de las condiciones laborales. "En la obra no funcionaba el convenio [colectivo de trabajo], había otro tipo de reglas. Por ejemplo, hacían reuniones fuera del horario y eran obligatorias. Además de las 10 horas, teníamos que ir a todas las reuniones. Estábamos prácticamente todo el día; desde las 7 hasta las 20. Era un abuso", asegura Antonio.

El horario supera con holgadez las 48 horas semanales aceptadas por la ley de contrato de trabajo, norma que rige para los trabajadores de la construcción.

Antonio se indigna cuando relata una anécdota: "Una compañera tenía a su nene con broncoespasmo, entonces fue a pedir permiso a las oficinas para llevarlo al médico y se lo negaron. Era una locura", agrega. Además, aclara que en Los Piletones sólo se podían realizar consultas médicas si eran previamente autorizadas por la administración.

Cansado de este tipo de situaciones, Antonio intentó formar en abril de 2007 una comisión interna dentro de Los Piletones. El primer paso de su objetivo era ser elegido delegado para canalizar los reclamos de más de 200 obreros antes de que se constituyera legalmente la unidad sindical. Por tal motivo, hizo circular un petitorio que lo ungía como representante gremial. En una tarde consiguió 35 firmas. Fue debut y despedida. Al día siguiente no lo dejaron ingresar en la obra.

"¿Vos sos el 178, no? ¿Todavía no te llegó el telegrama? Esperalo tranquilo en tu casa porque acá no entrás más", le dijeron en el ingreso de la obra. Nunca más volvió a ingresar. Asegura que el motivo de su despido está claro, aunque nadie se lo haya dicho.

"Esa mañana en que despidió al encargado, Schoklender nos dijo que éramos libres de elegir nuestros representantes para hacer nuestros reclamos. Evidentemente era una trampa. Intenté postularme y así me fue", denuncia.



En la construcción del obrador Castañares "las condiciones de trabajo eran inhumanas", asegura Oscar, que estuvo a cargo de unos 250 empleados durante el invierno de 2009. Denuncia irregularidades en la seguridad de los obreros, trabajo en negro, "presión y perseguimiento", despidos masivos y violencia física en la edificación de las 750 viviendas planificadas por la Fundación.

En pleno brote de gripe A, afirma que las mujeres embarazadas eran obligadas a trabajar. "Era una obra que no estaba terminada, sin protección del frío. en esas condiciones había unas seis embarazadas, que convivían con decenas de empleados resfriados que no podían faltar. No existía la licencia. Una mujer con un embarazo avanzado perdió su bebe", relata.

"También recuerdo que un chico joven que venía a trabajar con la pierna quebrada. Y no tenía un trabajo fácil porque manipulaba materiales pesados. «Si pido médico me echan», me dijo, resignado".

Según reveló LA NACION, el Estado asignó inicialmente 151 millones de pesos para el obrador Castañares y luego se agregaron 41 millones más para la obra situada en Villa Lugano. A nueve meses del plazo de entrega, sólo se ejecutó el 63% de la obra.

¿Cuál era el rol de Schoklender en las obras? "Schoklender estaba siempre. Era el que tomaba las decisiones. Cuando había algún problema tomaba la palabra y le hablaba a la gente, pero con una soberbia... Nos increpaba siempre de manera despectiva. Era violento y determinante en su forma de hablar", afirma Antonio.

"Cuando veías que empezaban a desfilar buenos autos era porque llegaba Schoklender", cuenta Juan. "Puteaba todo el tiempo, siempre contra (Mauricio) Macri. Decía que no podía pagarnos porque no le giraba la plata. Después preguntaba cuáles eran los reclamos, pero si respondías...,fija, te echaban", relata. Y tildó de "chanta" al ex apoderado de la Fundación: "Te dabas cuenta de que era una persona muy extraña".

Oscar todavía recuerda el resonar de su apellido entre los jefes de Castañares. "Estaba en contacto permanente con los administradores del obrador. Su nombre sonaba constantemente", sostiene. Y sintetiza sus recuerdos sobre el trabajo en esa obra: "Era como una dictadura. No se podía opinar porque eras boleta". /lanacion.com

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