Las pruebas contra Schoklender: evasión, estafas, testaferros y firmas fantasmas
Pieza por pieza, cómo es el oscuro entramado organizado por el ex apoderado de Madres de Plaza de Mayo para convertirse en millonario. Por qué la administración K dejó hacer.
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Sergio Schoklender mató a sus padres el 30 de mayo de 1981. El 30 de mayo de 2011, treinta años después, intentó matar a las Madres: ese día dijo: “Yo renuncié, no me echaron”, y comenzó el escándalo. Las Madres no tuvieron, en décadas de existencia, peor enemigo: Schoklender dilapidó sus recursos, se enriqueció, favoreció a sus amigos e inició luego un histérico raid mediático, plagado de mentiras e inconsistencias.
La frialdad de la primera entrevista con Clarín (que muchos interpretaron como un “mensaje”, justo él hablando con el “monopolio”, como lo increparon por Radio Nacional) contrastó con las últimas en los programas de Maximiliano Montenegro y en el de Tenembaum y Zlotogwiazda. Su discurso se volvía errático y confuso y no podía responder preguntas simples; los nombres de las empresas y los testaferros se mezclaban, y –mientras una decena de periodistas de distintos medios chequeaban uno a uno sus dichos– su argumento se derrumbaba como un castillo de naipes.
Ya el Gobierno, que al comienzo había insistido en guardar silencio y señalar una conspiración, comenzó a virar lentamente su posición: primero fue Randazzo quien pronunció la palabra “dudas”, luego Timerman, quien rompió su habitual obsecuencia, y finalmente Cabandié, quien pidió que se hiciera justicia. El secuenciador de la Cámara Federal volvió a caer en el juez Norberto Oyarbide, que debería jugar semanalmente a la lotería: se volvería millonario en meses. Es cierto que sus posibilidades de salir en un sorteo se duplican, ya que se encuentra a cargo de dos juzgados (en uno de ellos como juez subrogante casi eterno, con un salario del 33% del titular) aunque fuentes inobjetables del Palacio de Justicia aseguraron a este diario que el sorteo tiene siempre una ayudita manual: el secuenciador elige un número con lógica random, pero se trata simplemente de volver y volver a prenderlo hasta que sale el numerito que tranquilice a todos.
“Esta vez vamos a ir a fondo”, aseguraron a PERFIL fuentes oficiales. El viernes, a pedido del fiscal de la causa, Oyarbide allanó a Schoklender y ordenó que se le impida salir del país. Así comenzó a ventilarse un secreto a voces: el Gobierno lleva años sabiendo de las irregularidades en la constructora de las Madres. Fue esa preocupación la que llevó allí a Felisa Miceli, después de la bolsa en el baño. El zorro en el gallinero llegó a ordenar las cuentas y, como se informó el pasado domingo, dio en 2007 y 2008 con sobregiros de 10 y 20 millones de pesos. Pero eso era sólo la punta del iceberg.
RAPI-SERGIO REMISES
Ana Valeria Schoklender, hermana de Sergio y Pablo, cambió su apellido a fines de los 80. Formuló, a la vez, un planteo de impugnación de herencia por desheredación. Era obvio: los hermanos habían matado a sus padres y no podían heredarlos.
—Usted salió de la cárcel en el 95 con lo puesto...–le dijo Maxi Montenegro a Schoklender en el Canal 26.
—No tenía nada. Y me dediqué a trabajar(...). Puse un estudio jurídico...
Si fuera cierta, la historia de Schoklender sería similar a la de Henry Ford o John D. Rockefeller: en 16 años –según él mismo aseguró–podría comprarse un avión o una Ferrari.
–Se ha puesto la mirada en usted porque se lo ha visto...–siguió Maxi.
—Porque vivo bien.
—Porque se lo...
—Porque gano bien.
—Porque se lo vio en un yate de 14 metros valuado en 420 mil dólares y viajando en aviones privados...
—En principio yo gano bien, tengo buenos ingresos.
—Empecemos desde el principio...
—No tengo aviones privados ni yates.
—¿No?
—Pero estoy en condiciones de tenerlos...
El hombre que se recibió de abogado y psicólogo en el Centro Universitario de Devoto se declaraba un “ingeniero frustrado” con visos de Thomas A. Edison: de pronto su fortuna se acumuló gracias a una serie de patentes que lo hicieron riquísimo. ¿Por qué en aquellos años de sombra no estudió ingeniería? Nunca lo aclaró.
Mientras insiste en que comenzó a amasar su imperio desde un humilde estudio de abogados, el pasado parece desmentirlo: es persona no grata en Río Tercero, donde desembarcó después de la explosión en la fábrica militar y logró que cerca de 200 víctimas le confiaran su representación. Schoklender llegó a Río Tercero con otros dos abogados, Daniel Marcelo Gillert y Carina Mermelstein; acordó honorarios y, cuando la causa pasó a la ciudad de Córdoba, desapareció sin dejar rastros. Su socio Gillert era también su cuñado, hermano de su ex novia Juana Gillert, quien declaró en el juicio por el parricidio reconociendo que Sergio le dijo, en el Hotel Normandie, “ya terminamos con los viejos”.
Al poco tiempo creó dos empresas, Regie Royale y Stylo Car, y logró durante unos meses encargarse del servicio de remises en Ezeiza, hasta que ambas empresas quebraron. En marzo de 2003, fue detenido por la policía por conducir un coche robado. El auto, según declaró, pertenecía a Stylo Car. Fue liberado por falta de mérito, pero siguió vinculado al sumario.
MELDOREK, LA PUNTA DEL OVILLO
—¿Vos no tenés nada que ver con Meldorek, definitivamente? –le preguntó Zlotogwiazda en TN.
—Meldorek es una de las tantas empresas para las que trabajo...
—Sergio, cualquiera se puede meter en el sitio de Meldorek y la única experiencia que cuentan es el trabajo que hicieron para las Madres de Plaza de Mayo –terció Tenembaum.
—No, señor.
—Pará, pará, vos eras el apoderado de la Fundación que le daba trabajo a Meldorek...
—No, señor, estás mintiendo –acusó Schoklender, imperturbable.
La empresa de construcción, reforma y reparación de edificios residenciales, servicios inmobiliarios y transporte aéreo de pasajeros Meldorek SA tiene domicilio en Alvarez Thomas 198, 4 piso departamento “M”. La misma dirección de Sergio Schoklender.
Meldorek nació, curiosamente, como un emprendimiento de la tercera edad: fue constituida por las señoras Raquel Averza, de 84 años, e Inmaculada Concepción Fazio, de 71, y avalada por la escribana Marta Cascales, esposa del secretario de Ficción Inflacionaria Guillermo Moreno. El 2 de marzo de 2005, sus autoridades cambian: el presidente es Daniel Laurenti y el director suplente Oscar Gabriel Castillo. La vida del amigo Castillo debe ser materia de estudio en las carreras de administración de empresas: es un ejemplo de movilidad social ascendente y, de evidente bajo perfil, debe ser uno de los empresarios mas importantes del país, por la cantidad de empresas que se encuentran a su nombre. Castillo tiene 41 años, es vecino porteño, trabajó en las firmas Staffing Servicios Audiovisuales, Novita y Lihue Ingeniería, hasta que se iluminó y comenzó su febril trayectoria empresaria.
En 2001 integró los directorios de: Clean Wash Argentina SA, Odifarel SA, Midial SA, Rulema SA, Dialto SA, Einyel SA, Kiwest SA, Maores SA, Padorix SA, Aplink SA, Cators SA, Jiansu SA, Maslim SA, Miuler SA, Yibril SA, España Gourmet SA, Yimray SA, Curatiss MD SA, Ranpak SA, Fedemole SA, Tamorexi SA, Dradan SA, Nidalf SA, Rojastan SA, Surmatex SA, Rivender SA, Etruscan SA, Grilraind SA, Carabagy SA, Marsiena SA, Pinciana SA, Calembel SA, Batister SA, Anorient SA y Dagorlad SA. Treinta y cinco sociedades anónimas.
En 2002 su vértigo lo llevó a participar de: Miskiter SA, Shiglis SA, Roskilde SA, San San SA, Sharetex SA, Sofelian SA, Punkiab SA, Strianex SA, Bonju SA, Laoden SA, Latoyar SA, Mostly SA, Bidles SA, Alfold SA, Scanning SA, Padorik SA, Peinsur SA, Ondamix SA, Noleter SA y Mileter SA. Veinte más.
Al año siguiente, 2003, su ímpetu aminoró: sólo actuó en Papelera Morgan SA, Abelyn SA y entró a Meldorek.
El 6 de diciembre de 2006, Meldorek tuvo un gran año: elevó su capital de 12 mil a 2.022.000 pesos. El 26 de febrero de 2010, fue nombrado Alejandro Abraham Gotkin como nuevo presidente de Meldorek, Sergio Mauricio Schoklender como director titular y Gustavo Adrián Serventich como suplente, y constituyeron su domicilio en Rosales 855 de Ramos Mejía. Gotkin es empleado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, en relación de dependencia, y en los últimos seis meses emitió cheques voladores por $ 453.384,46. Su trayectoria empresaria también es, cómo decirlo, errática o diversa. Participó en 1999 de Envío Express, una empresa de transportes de carga. Luego de Eagle Security & Investigations, de custodia y vigilancia. En 2003 de La Mailu, de explotación de cabañas, tierras y granjas y turística. En 2004, de Yturnet Systems, monitoreo de vehículos mediante satélites. Al año siguiente, de Urban Constructions y más tarde de una academia de esquí. En paralelo al crecimiento de la pauta oficial, participó de Fun Pro SA, de publicidad y propaganda, y el año pasado de Expedition SA, de embarcaciones y navegación marítima y fluvial.
Gustavo Serventich no sólo trabaja en Meldorek. También se encuentra vinculado a Amcor Pet Packaging Argentina SA, una empresa de plásticos con un capital de $ 30 millones y $ 31 millones depositados en el Citibank. Serventich es, a la vez, el piloto registrado en uno de los dos aviones de Meldorek, el Cessna que descansa en el angar Aviaser SA del aeródromo de San Fernando. El copiloto es Fernando Moyo. El avión de Serventich no tiene paz: el 2 de mayo de 2010, por ejemplo, voló Buenos Aires-Resistencia-Punta del Este-San Fernando en el mismo día. El otro avión de Meldorek es un Pipper Chayanne matrícula LV-MNR. Un pasaje al Chaco cuesta $ 983 en Aerolíneas. El mismo vuelo en Schoklender Airlines sale unos $ 28 mil.
Meldorek figura, también, en la lista de los “amigos del poder” que compraron dólares en los agitados meses de 2008, aquel célebre listado que Martín Redrado amenazó con dar a conocer cuando caminaba por la cuerda floja en su cargo del Banco Central. Meldorek compró casi $ 2 millones en dólares: 1.996.150, para ser exactos. Meldorek tiene intereses diversos: también es dueña del colegio de primera y segunda enseñanza Jean Piaget, en Chacarita.
FABRICA FANTASMA
—¿La compra de los terrenos fue hecha a nombre de Antártica Argentina? –preguntó Zloto mientras Schocklender carraspeaba. Se refería a los terrenos y la quinta de José C. Paz.
—Antártica Argentina era una empresa, una sociedad que habíamos comprado en algún momento. En realidad, compramos una sociedad que no tenía funcionamiento.
—¿Habíamos? ¿Quiénes?
—Compré yo y algunos compañeros que trabajan conmigo, ¿sí? Habíamos puesto un poco de plata cada uno.
—¿Compañeros en qué?
—Compañeros de militancia.
Ernesto Cerneaz, uno de los socios de Schoklender en Antártica Argentina SA, creó también la firma Phinisterre SA y fijó su domicilio en Hipólito Yrigoyen 1310, a tres cuadras del edificio donde se encuentran las Madres (y que está registrado a nombre de Schoklender). Phinisterre se dedica a actividades financieras y “construcción de todo tipo de obras”. En su web, en el apartado “arquitectura”, se menciona el “sistema constructivo M2”: el mismo que utiliza la constructora de las Madres.
Los terrenos de José C. Paz y la quinta de 19 cuartos ahora parecen ser de nadie: Schoklender no siguió pagándolos y aseguró haberlos donado a la Secretaría de Adicciones de la Provincia de Buenos Aires, pero el gobierno de Scioli lo desmintió, asegurando que los papeles de compra-venta estaban “flojos”. Los caseros, eso sí, están en relación de dependencia con la fundación de las Madres.
Igualmente confuso fue el destino de la fábrica de paneles “M2”, construida con fondos del gobierno porteño y que nunca se terminó de pagar. El primer cortocircuito entre Macri y las Madres sucedió a poco de asumir el jefe del PRO: suspendió los planes que habían comenzado en la gestión de Telerman y desató la furia de Hebe, que comenzó una protesta en la Catedral. Finalmente terció el gobierno nacional, que llamó a Macri por primera y única vez para girarle los fondos necesarios.
—Fue la única vez que nos dieron un peso y fue para las Madres– dijo a este diario una fuente del Gobierno porteño.
Los planes de las cien viviendas en la Ciudad siguieron, pero el asunto de la fábrica todavía está pendiente y puede transformarse en un escándalo futuro: también durante la gestión Telerman-Cerrutti, el 28 de febrero de 2007 fue creado el Consorcio de Cooperación entre la Fundación Madres de Plaza de Mayo y la Corporación Buenos Aires Sur Sociedad del Estado. La corporación tenía el 50%, las Madres la otra mitad y el acuerdo fue firmado por diez años. Todas las maquinarias y equipos de la fábrica fueron comprados con fondos públicos y las Madres aportaron la licencia de su método de construcción: el M2. Con la llegada de Macri, la relación se tensa y el consorcio se disuelve: firman un acuerdo para que las Madres compren la parte del Estado en $ 32.420.627.
Ya para ese entonces, la administración del Consorcio, que debía ser compartida, estaba sólo a cargo de Schoklender.
—Te imaginás que no podíamos participar de una empresa en la que encima no decidíamos nada y el que decidía era Schoklender– dijo a PERFIL una alta fuente de la Corporación Sur.
El contrato se rubricó en julio de 2008 y se estableció que las Madres pagarían esa suma en cuarenta cuotas mensuales, existiendo la posibilidad de un ajuste en la suma final, sujeto a una valuación del Banco Ciudad. Las Madres recién entregaron la documentación en 2011. Schoklender pagó las primeras cuotas y luego dejó de hacerlo. Al poco tiempo dejó incluso de pagar el alquiler del predio. El propietario del terreno demandó a la Ciudad por el alquiler y Macri y las Madres se cruzaron cartas documento. Finalmente, la Ciudad logró que el alquiler fuera responsabilidad de quienes ocupaban el terreno. Un dictamen de Pablo Tonelli, el procurador porteño, instó al Gobierno a iniciarle acciones legales a las Madres, algo que aun no se llevó a cabo.
“El consorcio nunca tuvo balances de las Madres y nunca se investigó si hubo malversación de fondos. El macrismo resolvió mal este asunto, no le hizo juicio a las Madres para evitar el escándalo”, afirmó a PERFIL el legislador porteño Fernando Sánchez, de la Coalición Cívica. Fuentes oficiales porteñas aseguraron a este diario que están dispuestos a llevar adelante la demanda, “como a cualquier hijo de vecino. De hecho, ya lo hicimos con el terreno y seguiremos adelante con la fábrica”, dijeron.
TIERRA ADENTRO
El talento de Schoklender en la ingeniería y los inventos fue en paralelo con su amor por la tierra: él, su ex mujer Viviana Sala y su hermano Pablo, aparecen como dueños formales de varios inmuebles.
Los Schoklender poseen seis inmuebles en el barrio La Lonja, de Pilar, son todas parcelas de una misma manzana, la rodeada por las calles Fernando Fader, Salguero, Seguí y Benito Lynch. Son terrenos de 20 metros de frente por 80 de fondo. El de Sergio tiene un valor fiscal de $ 125 mil. Pablo tiene dos superficie edificadas de 560 metros cuadrados por unos $ 500 mil y un terreno sin edificar de 44 mil. Y Viviana un terreno edificado de 230 metros y tres baldíos (dos de ellos en Del Viso). Como se dijo, Sergio es a la vez dueño de una parte del edificio de la sede de las Madres, en Hipólito Yrigoyen al 1500, y Viviana dueña de un departamento en Villa Ortúzar, un amplio dúplex con gym y todo.
La única marca que aparece a su nombre en el Registro del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial es “MS Sistema Matrices Móviles”, en trámite desde enero pasado. Schoklender abonó al fisco en junio de 2010 $ 3.186 por todo concepto (IVA, Ganancias y Bienes Personales); entre julio y septiembre $ 4.432 cada mes, en octubre $ 6.372 y en diciembre sólo $ 544. En lo que va de 2011 registró pagos por $ 1.551.
Nadie, nunca, hirió a las Madres así.
Investigación: J.L. / Leonardo Nicosia.
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