InformadorPublico.comanticipó la semana pasada que la DEA envió al gobierno nacional un alerta sobre la vinculación de los hermanos Schoklender con el lavado de dinero proveniente del narcotráfico y la existencia de propiedades sospechosas en Miami, a nombre de testaferros de pablo Schoklender. La Casa Rosada no tomó ninguna medida ante la tormenta que se avecinaba, salvo poner sobre aviso a Hebe de Bonafini. Ésta, a su vez, se tomó su tiempo para encarar la bomba de tiempo del parricida. El 5 de febrero intentó echarlo de la fundación en forma reservada. Pero Schoklender no sólo no se fue sino que habló en el acto del día de la memoria subversiva realizado en el Mercado Central el 24 de marzo pasado, en presencia de Guillermo Moreno (que también habló), Amado Boudou, Débora Giorgi, Daniel Filmus y Carlos Tomada. Recién hace unos 20 días, por una pelea entre el psicópata Sergio y el sociópata Pablo, trascendieron los hechos. Fue entonces cuando el parricida mandó un mensaje por medio de Clarín. Esto hizo que el Gobierno le diera garantías de impunidad. Pero Schoklender se engolosinó y durante dos días se paseó por varios programas periodísticos. Allí sostuvo que ganaba 5.000 pesos por mes pero que cobraba honorarios que le permitían comprar un avión o una Ferrari. A poco de esto, se comprobó que ya era dueño de dos aviones y más de 10 autos de alta gama, además de varias propiedades en el país, un colegio primario y secundario y 46 empresas, entre ellas Meldorek S.A., que construía las casa para el programa Sueños Compartidos. Las viviendas populares de la Fundación Madres de Plaza de Mayo abarcan un plan que contempla la construcción de 7.500 viviendas en todo el país. Estas construcciones se distribuirían sobre todo en Capital, Chaco, Santiago del Estero y los municipios de Tigre, Almirante Brown y Ezeiza.
La parte que falta
El caso es que el monitoreo del caso que se lleva adelante desde Washington incluye el rastreo de la probable conexión entre los Schoklender y los hermanos Juliá, que en enero pasado transportaron en un avión Challenger un cargamento de 944 kilos de cocaína hasta Barcelona, donde fueron capturados. Pero los 56 kilos faltantes de la tonelada de cocaína se habrían vendido en el país. Las investigaciones también siguen la pista de los vínculos de Schoklender con operadores del narcotráfico regional ligados a las FARC y a redes en el Bajo Flores y otras villas en las cuales él tenía estructuras y operadores propios.
La respuesta del kirchnerismo y las madres se tradujo en la denuncia de ayer, presentada por Eduardo Barcesat. La misma está destinada echarles el fardo a los hermanos Schoklender y su guardia pretoriana, integrada por ex presos. Estos matones presionaban a los pobres obreros de la construcción contratados por aquellos, que no pudieron sindicalizarse ni regirse por la ley de contratos de trabajo. Los obreros que entraban en conflicto con la constructora de los derechos humanos eran despedidos o bien recibían una soberbia paliza.
En tanto, el parricida designó como su abogado defensor a Adrián Tenca, que escribió un libro titulado “La inimputabilidad del psicópata”.A partir de ahora, el juez federal Norberto Oyarbide tiene la última palabra. Por su parte, la denuncia presentada por Bonafini y Barcesat pretende introducir una confusión fundamental, haciendo creer a la opinión pública que las Madres fueron defraudadas por Schoklender, cuando esto es imposible, por la sencilla razón de que los fondos desviados no pertenecían a la fundación sino al Estado Nacional, que es el único damnificado. También cabe especular con lo que hará el parricida si termina con prisión preventiva. A esto no le tiene ningún miedo, por su larga experiencia. También podría aportar documentación comprometedora contra el kirchnerismo y la Bonafini. Como recurso extremo, la defensa de Schoklender tiene una carta en la manga: plantear que no es imputable de los delitos en cuestión por su condición de psicópata, algo que nadie puede dudar.
A todo esto, el juego de presiones entre Washington y Buenos Aires funciona como el telón de fondo del caso Schoklender-Bonafini, en la medida en que el kirchnerismo va tomando conciencia de que en el norte contarían con información mucho más comprometedora sobre el escándalo. Ningún momento era entonces mejor que éste para que CFK le devolviera a Barack Obama la valija con material sensible secuestrada en febrero pasado por autoridades argentinas a un avión de USAF. Esta carga fue reclamada personalmente por el Presidente de los EE.UU. dos meses atrás. La advertencia no fue tenida en cuenta por el kirchnerismo, que jugó fuerte a usufructuar electoralmente el tradicional antiyanquismo argentino. Pero el actual escándalo de corrupción habría cambiado el escenario. El reciente anuncio de la embajada norteamericana en Buenos Aires de que suspendería su tradicional ágape del 4 de julio fue leído en Olivos como el prólogo de un severo castigo. La apresurada devolución de la valija de la discordia es, entonces, la ofrenda de paz de un kirchnerismo asustado, que sabe que el tembladeral desatado por el parricida apenas comienza.
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