FÚTBOL, POLÍTICA Y DISTRACCIÓN
Por Carlos Manuel Acuña
El Gobierno sabe perfectamente que el escándalo desatado por las Madres de la Plaza de Mayo ha desatado algo así como un contagio en la opinión pública, que ha refrescado de golpe su memoria y asocia otros escándalos y negociados a la trayectoria oficialista. Como no podía ser de otra manera, esta situación que vino a reventar en pleno proceso preelectoral ha deteriorado su imagen en términos peligrosos para los planes elaborados por el absorbente Secretario General de la Presidencia, Carlos Zannini quien, fiel a su antigua ideología maoísta, tenía previsto avanzar pausadamente para afirmar un proyecto progresista que todavía tiene a Cristina Fernández como protagonista formal y necesaria. Todo sea por la ideología.
Sin embargo, las últimas encuestas hacen peligrar lo previsto y pusieron nuevamente sobre el tapete, pero con mayor firmeza, otros temas aparentemente colaterales, pese a que son los más importantes. Entre ellos, está la cuestión de la droga, las conexiones de Hebe de Bonafini (bastante callada últimamente) con las FARC colombianas y el conexo delito de lavado de dinero, una actividad que también tenía o tiene hasta ahora, como protagonista principal y visible, a Sergio Schoklender. Para colmo, el empresario y Secretario General de la CGT, Hugo Moyano, pese a que es un enemigo disfrazado del kirchnerismo, ahora aparece, registrado y con probanzas fotográficas, como pasajero de los vuelos del avión de Sergio, lo que viene a demostrar que el universo de la corrupción es unitario y que en este tema las diferencias políticas son más aparentes que reales.
Todo esto ha producido sus consecuencias... y graves por cierto. Hasta hace unas horas, el costo de los sucesos, que se muestran incontenibles, había sido de un cuatro por ciento en la intención de voto a favor de la candidatura de Cristina que, con esfuerzo, había llegado a un móvil superior al 30%, lo que demandaba un gran esfuerzo para superar la temida barrera de la doble vuelta. Los hechos derrumbaron esa esperanza, la salud de la Presidente se vio más afectada que nunca por el disgusto -así lo demostró el breve desmayo de anteanoche- y se decidió que sacar de los estrados a Hebe, la Carlotto y demás personajes no sería suficiente. A los efectos políticos, se habían convertido en indeseables y ya se habla aquí y en el exterior que el meneado asunto de los derechos humanos es un estupendo negocio de miles y miles de millones... de dólares.
Las circunstancias brindaron una oportunidad para distraer la atención. La singular situación de que un club de fútbol tan importante como River Plate pueda ir al descenso avivó la imaginación de algunos asesores. Después de largos cabildeos y de relacionar el tema con la movida contra la Policía Federal organizada por la ministro de Seguridad, Nilda Garré, se llegó a la conclusión de que esto no sería suficiente y que se hacía necesario apurar el paso. Ya la caída de cuatro puntos pasaba a cinco y parecía no detenerse, con lo que ayer por la mañana, después de largas deliberaciones entre el agente de inteligencia Horacio Verbitsky y la Garré, se lo llamó a Grondona para pedirle la opinión. Surgieron dos corrientes (siempre hay divisiones en un oficialismo que se deshace). Una consideraba que era un riesgo enorme promover la concurrencia de unas 75 mil personas para que este domingo presencien en la cancha de River el partido entre el equipo anfitrión y el visitante, que posiblemente lo empuje hacia el descenso y el histórico papelón -Belgrano de Córdoba-, que ya se siente ganador después de golearlo hace dos días. Los prudentes dijeron que sería peligrosa e incontenible una reacción de los barra brava y del público en general si River perdía -ya hubo una demostración cuando varios hinchas invadieron la cancha durante el último encuentro que debió suspenderse por veinte minutos- y temían que los incidentes fueran peligrosamente violentos. Más aún, se habló de la posibilidad de muertos y sucesos vandálicos en la zona. Para ello, se basaron en partes de inteligencia que mencionaron estas perspectivas y temores, pero evaluado el tema, Nilda se encogió de hombros, Verbitsky apoyó el gesto y se le comunicó a Grondona que resultaba conveniente que “el partido se haga sin limitación de concurrentes, a tribuna llena”.
El trasfondo de esta decisión es simple y -según comentaron fuentes de máxima responsabilidad- la idea es que, si se producen los hechos previsibles, éstos tendrían tanta repercusión que, convenientemente explotados, darían para varios días de distracción inducida por los medios adictos y por otras medidas que podrían adoptarse. Así, la gente se olvidaría de los aviones, los barcos, los automóviles, los viajes, las casas que no se construyeron, las que se fabricaron para satisfacer a los fotógrafos, las que se levantaron con los dineros del Estado en countries privados, del encuentro frustrado entre Hebe y el comandante de las FARC, Reyes, de lo que revelaron sus computadoras, de las conexiones con empresarios favorecidos y otras cosas molestas para el kirchnerismo.
Mientras tanto, los primeros roces entre la Federal y los miembros de la Gendarmería Nacional -un asunto que preocupa a todas las partes forzadamente incorporadas en este escenario improvisado- se produjo cuando en la Comisaría 49 elementos de esta última se hicieron presentes para “solicitar datos”. Se fueron como llegaron y las cosas no subieron de tono por la responsabilidad de los oficiales intervinientes. La novedad circuló y no faltaron, como siempre ocurre, quienes añadieron detalles que hicieron crecer con versiones algo que puede ser premonitorio de un futuro al que no le faltan tensiones para hacerse grave e imprevisto. Lo insólito es que el devenir político de la Argentina dependa de una pelota y un arco, de las piernas y capacidad de los jugadores, en tanto se impulsan divisiones partidarias, se rompen alianzas y se habla de intereses para convertir al acto eleccionario en otra farsa nacional. Sólo falta que Timerman concurra a la tribuna y grite a favor de las jugadas equivocadas.
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