viernes, 17 de junio de 2011

El gobierno ya tantea la suspensión judicial de las primarias


Las previsiones sobre el fracaso del sistema de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias establecido por la ley 26.571 están a punto de cumplirse. Todas las fórmulas presidenciales que se inscribirán la semana que viene lo harán como lista única. Un relevamiento ordenado por el Gobierno Nacional indica que tampoco existen señales de que el 14 de agosto vaya a haber competencia entre distintas listas de candidatos a senadores y diputados nacionales de un mismo partido o alianza. En Buenos Aires, el único distrito donde también habrá primarias para cargos provinciales, el panorama es exactamente el mismo. Las primarias con listas únicas no sólo serán un contrasentido en sí mismas sino que, como se están dando, son también un factor de riesgo para el kirchnerismo. Para empezar, es probable que el electorado oficialista no se muestre demasiado entusiasmado en movilizarse a votar una lista única. De ser así, el FpV podría estar en la primaria más cerca del 30 que del 40%, lo que afectaría la campaña publicitaria del Gobierno sosteniendo que en octubre ganará en primera vuelta.
Coincidentemente, si Ricardo Alfonsín es el segundo candidato más votado en las primarias, puede nacer una ola que le sume cada vez más votos para octubre, al visualizar la oposición que él es el que puede llegar a la segunda vuelta. Así es que la primaria podría disparar la polarización entre la Presidente y Alfonsín, un juego donde ella tiene todo para perder. Por último, los encuestadores del oficialismo le temen a la merma de votos que Binner le puede infringir al oficialismo. En las primarias, este efecto quedaría cristalizado, debilitando al oficialismo para octubre.
Pero además, hay otra buena razón para que el oficialismo piense en abortar las primarias. De continuar éstas adelante, su ostensible fracaso, al no lograr mejorar el sistema de selección de candidatos, caería sobre la Casa Rosada, junto con las críticas de que se realizó un despilfarro multimillonario para que la ciudadanía vote lo mismo que votará nuevamente en octubre.
Este cuadro inquietante justificaría sobradamente que un operador electoral del Gobierno haya empezado a sondear la predisposición de la Justicia Electoral para disponer la suspensión de las primarias. El otro camino posible, la derogación mediante una ley, estaría prácticamente cerrado para el oficialismo. Es que el kirchnerismo es el padre de la criatura y ahora no podría de ningún modo impulsar que el engendro de las primarias quede sin efecto.
Argumentos no faltan
Ya se habla de cuáles podrían ser los argumentos para un pronunciamiento judicial. El artículo 45 de la ley 26.571 establece que sólo podrán participar en las elecciones generales los partidos o alianzas que hayan obtenido en las primarias un total de votos que alcance al 1,5% de los votos válidos emitidos para esa categoría en el distrito de que se trate (en el caso de presidente y vice en todo el territorio nacional). No habiendo más que listas únicas, cualquier partido podría plantear, por ejemplo, que este requisito carece de razonabilidad y hasta es proscriptivo y que debería volverse al criterio tradicional del Código Electoral y la ley de Partidos Políticos. Esto es, que se admita la proclamación inmediata de los candidatos que no tienen oposición interna.
En líneas generales, con la excepción de Alfonsín, los restantes candidatos de la oposición darían su apoyo a una decisión de este tipo, dadas las dificultades que plantea la primaria y su enorme costo, que casi iguala al de la elección general.
De concretarse esta transformación radical del escenario electoral, habría, por supuesto, efectos no previstos. Para empezar, nos encontraríamos ante la campaña electoral más larga de la que se tenga memoria, porque nunca los candidatos fueron proclamados cuatro meses antes de las elecciones.

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