Reducidas, empobrecidas, desmoralizadas, sin educación, equipamiento ni proyección, así están las Fuerzas Armadas de nuestro país, que este año verán registrar el más bajo presupuesto en Defensa en términos de PBI de los últimos cuarenta años: tan sólo 0,9 por ciento, de acuerdo con las estadísticas del Banco Mundial, reconocidas por el Gobierno.
Las cifras muestran un panorama desolador: en porcentaje del producto bruto, la Argentina solamente supera al pequeño estado de Surinam en gasto militar en la región y el país está desprotegido. Según datos de las fuerzas y estimaciones de especialistas, ante un eventual conflicto bélico, el poder de fuego de la Armada es de “dos horas”; del Ejército, “se cuenta en días” y de la Fuerza Aérea, no es posible calcularlo, porque los viejos aviones Mirage tienen un poder “disuasorio” y no pueden actuar por falta de radares, señaló un informe de perfil.com.
Mientras América latina se arma y moderniza el equipamiento de sus cuadros, e Inglaterra moviliza personal militar para defender las explotaciones petroleras y pesqueras de su colonia sudamericana, las Islas Malvinas, las FF.AA. argentinas no pueden garantizar eventuales invasiones del espacio aéreo y marítimo, como en efecto suceden. El Gobierno, en tanto, sostiene su Plan Argentino de Modernización del Sistema de Defensa, del que respeta a rajatabla cuestiones importantes como de género y discriminación, pero deja de lado otras como inversión, educación y contratos de trabajo completamente en blanco.
Los únicos puntos a favor mencionados por legisladores, analistas y especialistas son la activación después de años de la producción nacional de armamento a través de Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (Citefa), y de municiones, a través de la hoy todavía no normalizada empresa estatal Fabricaciones Militares, en manos del Ministerio de Planificación (ver recuadro). También se destacan las innovaciones científicas y técnicas a través del Invap (energía nuclear y radares), y de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales Conae (satélites y lanzador de cohetes); cuya función, si bien se relaciona con el sistema de Defensa, es estrictamente civil.
Gasto. El Ministerio de Defensa asegura que el presupuesto ha venido creciendo a pasos agigantados desde la crisis, aunque la suba se explica por un incremento en los salarios del personal militar por inflación. En términos de inversión respecto del PBI, la curva es inversa, decreciente, y se encuentra en uno de los puntos más bajos de su historia.
Según la ley de presupuesto para 2010, el Estado derivará 12.605 millones de pesos a la cartera de Defensa este año, es decir un 5,11 por ciento del total de las erogaciones de la Nación, lo que significa apenas el 0,9 por ciento del PBI esperado para este año. Según datos del Banco Mundial, en Sudamérica sólo Surinam se encuentra debajo de esta cifra, con 0,8 por ciento. Arriba aparecen el resto: Brasil, por ejemplo, gasta 1,5 por ciento y Chile, el 3,5 por ciento.
“Desde 1960, el máximo gasto en defensa en Argentina –próximo al 3 por ciento del PBI–, se registró entre 1978 y 1982 por el riesgo de conflicto con Chile y la Guerra de Malvinas; con el retorno de la democracia, comenzó a reducirse gradualmente”, explicó Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Nueva Mayoría, que evalúa entre otras cosas el presupuesto militar de la región. Según Fraga, Raúl Alfonsín “lo toma en aproximadamente 2,5 por ciento del PBI y lo deja menos de 2 por ciento; Carlos Menem, a su vez, lo disminuye al 1,5 por ciento, y Néstor Kirchner al 1 por ciento y descendiendo algo más en el gobierno de Cristina Fernández”.
El especialista citó además un informe del mes pasado de Sipri, un centro de estudios especializado en gastos de defensa con sede en Estocolmo, según el cual el gasto militar de Brasil es diez veces el de Argentina, aunque el PBI es sólo cinco veces mayor.
La situación es tan precaria que, cuando el Gobierno quiso organizar un desfile para el Bicentenario, desde la cúpula militar advirtieron que ellos temían que los tanques se detuvieran en medio de la 9 de Julio. El bajo presupuesto de las Fuerzas Armadas, según legisladores y expertos, están trayendo cada vez más problemas al sistema de defensa, como bajo poder de fuego, equipamiento obsoleto, pérdida de efectivos y tropas poco tecnificadas: “Hay una gran desinversión; tenemos un atraso importantísimo en cuanto a tecnología, logística, infraestructura y capacitación de los cuadros”, alertó el diputado de la UCR de La Rioja Luis Martínez, presidente de Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados. Según explicó, no sólo hay poco dinero para gastar sino que también “está mal gastado”, ya que “más de 80 por ciento” se destina a pagar sueldos. Un presupuesto equilibrado sería no más de 60 por ciento y el resto en inversión en equipamiento y tecnología.
Poder de fuego. El año pasado, durante una reunión con legisladores, el almirante Jorge Godoy, jefe de la Armada, alertó que de los sesenta barcos de la fuerza, sólo dieciséis están en condiciones de navegar y que sólo dos de los aviones de combate de la Aeronáutica están activos. Además, dijo que en un eventual ataque contra el país, el poder de fuego total “no supera las dos horas”. Un prefecto radicado en Bahía Blanca añadió que hay problemas en la capacidad de control de los mares. Explicó que “la Armada está en menos de doscientos días navegables”, por lo que las costas están virtualmente desprotegidas más de cien jornadas por año. Según reconoció Godoy, “los barcos tienen sesenta años y las corbetas cuarenta”.
La Fuerza Aérea también está en una situación crítica. Con aviones de “entre treinta y cuarenta años”, la mayoría no puede volar y gran parte del presupuesto se gasta en el cada vez más costoso mantenimiento. “Pasa el tiempo y cuesta más mantenerlos; las fábricas dieron de baja los modelos y no fabrican más repuestos, sólo quedan bolseros en Estados Unidos que los compraron y están esperando que la Argentina vaya a comprarlos a precios siderales”, explicó el diputado Martínez.
Mientras los aviones de combate son los mismos que se usaban en Malvinas, de la decena de Hércules C 130 –los únicos de transporte pesado que tiene el país para las FF.AA. y para emergencias sociales– no llega a funcionar a pleno un tercio de ellos. Aburridos, sin aviones para volar y atraídos por mejores sueldos, los pilotos están migrando hacia la aviación privada, se lamenta el ex comodoro.
Como todos en las FF.AA. argentinas, casi la mitad del sueldo del personal activo es recibido en negro –como sumas no remunerativas–, por lo que el horizonte de una mala jubilación va debilitando su vocación por la patria. De las tres fuerzas, el Ejército es quien mejor se encuentra, con unas cincuenta mil tropas activas, mejor equipamiento y más cobertura geográfica, aunque con gran parte del arsenal con tecnología de la Segunda Guerra Mundial.
Además de Martínez, dos asesores que pertenecen en la comisión entienden que además de la “falta de interés político” y la ausencia de conflictos, las FF.AA. pierden impulso al competir con el presupuesto destinado a “temas más urgentes”, como la pobreza, la desocupación, la salud y la educación. El ex comodoro, sin embargo, comenta que existe un “revanchismo” histórico con las Fuerzas Armadas, aunque más de 90 por ciento del personal activo en la actualidad no actuó durante la última dictadura militar, publicó perfil.com.
Donde no hay acuerdo con el Gobierno es en la ausencia de hipótesis de conflicto. Martínez duda que no haya problemas con otros países: “Tenemos en Malvinas unos ‘usurpadores hostiles’ que son los ingleses, que nos vienen a explorar, incumplen tratados, desobedecen a Naciones Unidas, usurpan nuestro territorio y explotan nuestro petróleo y recursos pesqueros. ¿Eso no es una hipótesis de conflicto?”.
Rosendo Fraga aclara que lo que existe es una disminución en la “percepción” de riesgos, aunque el “desequilibrio militar” haya aumentado en perjuicio de nuestro país y la historia muestre que los conflictos “suelen ser imprevistos”.
Las cifras muestran un panorama desolador: en porcentaje del producto bruto, la Argentina solamente supera al pequeño estado de Surinam en gasto militar en la región y el país está desprotegido. Según datos de las fuerzas y estimaciones de especialistas, ante un eventual conflicto bélico, el poder de fuego de la Armada es de “dos horas”; del Ejército, “se cuenta en días” y de la Fuerza Aérea, no es posible calcularlo, porque los viejos aviones Mirage tienen un poder “disuasorio” y no pueden actuar por falta de radares, señaló un informe de perfil.com.
Mientras América latina se arma y moderniza el equipamiento de sus cuadros, e Inglaterra moviliza personal militar para defender las explotaciones petroleras y pesqueras de su colonia sudamericana, las Islas Malvinas, las FF.AA. argentinas no pueden garantizar eventuales invasiones del espacio aéreo y marítimo, como en efecto suceden. El Gobierno, en tanto, sostiene su Plan Argentino de Modernización del Sistema de Defensa, del que respeta a rajatabla cuestiones importantes como de género y discriminación, pero deja de lado otras como inversión, educación y contratos de trabajo completamente en blanco.
Los únicos puntos a favor mencionados por legisladores, analistas y especialistas son la activación después de años de la producción nacional de armamento a través de Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (Citefa), y de municiones, a través de la hoy todavía no normalizada empresa estatal Fabricaciones Militares, en manos del Ministerio de Planificación (ver recuadro). También se destacan las innovaciones científicas y técnicas a través del Invap (energía nuclear y radares), y de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales Conae (satélites y lanzador de cohetes); cuya función, si bien se relaciona con el sistema de Defensa, es estrictamente civil.
Gasto. El Ministerio de Defensa asegura que el presupuesto ha venido creciendo a pasos agigantados desde la crisis, aunque la suba se explica por un incremento en los salarios del personal militar por inflación. En términos de inversión respecto del PBI, la curva es inversa, decreciente, y se encuentra en uno de los puntos más bajos de su historia.
Según la ley de presupuesto para 2010, el Estado derivará 12.605 millones de pesos a la cartera de Defensa este año, es decir un 5,11 por ciento del total de las erogaciones de la Nación, lo que significa apenas el 0,9 por ciento del PBI esperado para este año. Según datos del Banco Mundial, en Sudamérica sólo Surinam se encuentra debajo de esta cifra, con 0,8 por ciento. Arriba aparecen el resto: Brasil, por ejemplo, gasta 1,5 por ciento y Chile, el 3,5 por ciento.
“Desde 1960, el máximo gasto en defensa en Argentina –próximo al 3 por ciento del PBI–, se registró entre 1978 y 1982 por el riesgo de conflicto con Chile y la Guerra de Malvinas; con el retorno de la democracia, comenzó a reducirse gradualmente”, explicó Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Nueva Mayoría, que evalúa entre otras cosas el presupuesto militar de la región. Según Fraga, Raúl Alfonsín “lo toma en aproximadamente 2,5 por ciento del PBI y lo deja menos de 2 por ciento; Carlos Menem, a su vez, lo disminuye al 1,5 por ciento, y Néstor Kirchner al 1 por ciento y descendiendo algo más en el gobierno de Cristina Fernández”.
El especialista citó además un informe del mes pasado de Sipri, un centro de estudios especializado en gastos de defensa con sede en Estocolmo, según el cual el gasto militar de Brasil es diez veces el de Argentina, aunque el PBI es sólo cinco veces mayor.
La situación es tan precaria que, cuando el Gobierno quiso organizar un desfile para el Bicentenario, desde la cúpula militar advirtieron que ellos temían que los tanques se detuvieran en medio de la 9 de Julio. El bajo presupuesto de las Fuerzas Armadas, según legisladores y expertos, están trayendo cada vez más problemas al sistema de defensa, como bajo poder de fuego, equipamiento obsoleto, pérdida de efectivos y tropas poco tecnificadas: “Hay una gran desinversión; tenemos un atraso importantísimo en cuanto a tecnología, logística, infraestructura y capacitación de los cuadros”, alertó el diputado de la UCR de La Rioja Luis Martínez, presidente de Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados. Según explicó, no sólo hay poco dinero para gastar sino que también “está mal gastado”, ya que “más de 80 por ciento” se destina a pagar sueldos. Un presupuesto equilibrado sería no más de 60 por ciento y el resto en inversión en equipamiento y tecnología.
Poder de fuego. El año pasado, durante una reunión con legisladores, el almirante Jorge Godoy, jefe de la Armada, alertó que de los sesenta barcos de la fuerza, sólo dieciséis están en condiciones de navegar y que sólo dos de los aviones de combate de la Aeronáutica están activos. Además, dijo que en un eventual ataque contra el país, el poder de fuego total “no supera las dos horas”. Un prefecto radicado en Bahía Blanca añadió que hay problemas en la capacidad de control de los mares. Explicó que “la Armada está en menos de doscientos días navegables”, por lo que las costas están virtualmente desprotegidas más de cien jornadas por año. Según reconoció Godoy, “los barcos tienen sesenta años y las corbetas cuarenta”.
La Fuerza Aérea también está en una situación crítica. Con aviones de “entre treinta y cuarenta años”, la mayoría no puede volar y gran parte del presupuesto se gasta en el cada vez más costoso mantenimiento. “Pasa el tiempo y cuesta más mantenerlos; las fábricas dieron de baja los modelos y no fabrican más repuestos, sólo quedan bolseros en Estados Unidos que los compraron y están esperando que la Argentina vaya a comprarlos a precios siderales”, explicó el diputado Martínez.
Mientras los aviones de combate son los mismos que se usaban en Malvinas, de la decena de Hércules C 130 –los únicos de transporte pesado que tiene el país para las FF.AA. y para emergencias sociales– no llega a funcionar a pleno un tercio de ellos. Aburridos, sin aviones para volar y atraídos por mejores sueldos, los pilotos están migrando hacia la aviación privada, se lamenta el ex comodoro.
Como todos en las FF.AA. argentinas, casi la mitad del sueldo del personal activo es recibido en negro –como sumas no remunerativas–, por lo que el horizonte de una mala jubilación va debilitando su vocación por la patria. De las tres fuerzas, el Ejército es quien mejor se encuentra, con unas cincuenta mil tropas activas, mejor equipamiento y más cobertura geográfica, aunque con gran parte del arsenal con tecnología de la Segunda Guerra Mundial.
Además de Martínez, dos asesores que pertenecen en la comisión entienden que además de la “falta de interés político” y la ausencia de conflictos, las FF.AA. pierden impulso al competir con el presupuesto destinado a “temas más urgentes”, como la pobreza, la desocupación, la salud y la educación. El ex comodoro, sin embargo, comenta que existe un “revanchismo” histórico con las Fuerzas Armadas, aunque más de 90 por ciento del personal activo en la actualidad no actuó durante la última dictadura militar, publicó perfil.com.
Donde no hay acuerdo con el Gobierno es en la ausencia de hipótesis de conflicto. Martínez duda que no haya problemas con otros países: “Tenemos en Malvinas unos ‘usurpadores hostiles’ que son los ingleses, que nos vienen a explorar, incumplen tratados, desobedecen a Naciones Unidas, usurpan nuestro territorio y explotan nuestro petróleo y recursos pesqueros. ¿Eso no es una hipótesis de conflicto?”.
Rosendo Fraga aclara que lo que existe es una disminución en la “percepción” de riesgos, aunque el “desequilibrio militar” haya aumentado en perjuicio de nuestro país y la historia muestre que los conflictos “suelen ser imprevistos”.
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